6/07/2021, 00:32
Cada frase que soltaba el hombre la hacía pensar dos veces. No tanto por la profundidad de las mismas, sino porque siempre tenía una respuesta decente para todo. Era como un sabelotodo, pero gruñón y, parecía, viejo , con una voz destacablemente ronca.
Al momento que terminó de preguntar la chica, se produjo un silencio, que fue interrumpido por unos murmullos. Murmullos que estaban ya empezando a romper su calma, eran totalmente inentendibles para la amejin. No solo eso, sino que también los edificios empezaron a volverse locos, variando su forma, como si se tratase de una obra de ficción. Al mismo tiempo, la luz iba y venía como si nada.
Con tantos estímulos que la estaban afectando, soltó su arma y miró hacia el suelo, mientras que con sus manos tapaba sus oídos, en un intento de detener esos murmullos.
—Ya... ya... ya... ¡YA CALLATE!
Justo en ese momento, un sonido agudo logró aturdir la audición de la joven, cayendo de rodillas al suelo.
Por suerte, eso era el final de tal tormento. Estuvo unos segundos mirando el suelo aún, con la respiración forzosa y, cuando se quiso dar cuenta, todo parecía haber vuelto a la normalidad. Lo primero que notó fue la presencia de luz, esa luz que tanto le faltó durante ese tiempo que estuvo en esa técnica. Levantó la mirada y notó que estaba en el callejón, uno muy corto y normal, como se imaginaría que debería ser desde un principio. Pero lo más importante. Tenía una persona delante suya. Lo tenía a él delante suya. Gracias a la foto pudo reconocer al ex shinobi. O, mejor dicho, por su llamativo color de pelo, que no había parecido variar mucho a través de los años.
«Ahora entiendo al carnicero, es un poco triste ver a alguien así. Aunque lo que acaba de hacer... fue increíble.» Dentro suyo sintió una mezcla de tristeza y admiración, lastima y respeto. Cuanto menos, nunca había tenido tal experiencia en una ilusión en su vida. Aunque en su familia no había ningún especialista en genjutsus, eso ya le parecía que estaba a otro nivel. Ella lo estaba viendo como «un puto genio loco».
—Buscando, buscando, buscando, me están buscando, buscando, buscando, buscando, me están buscando...
Evidentemente, no estaba dentro de sus cabales. «Qué no es peligroso me dijo el perro. Pfff.»
Se levantó del suelo y volvió a agarrar su kodachi, envainándola nuevamente. Aún con cierta resaca de aquella ilusión, se acercó lentamente al pelilargo.
—¿Cómo mierda hiciste eso?
Al momento que terminó de preguntar la chica, se produjo un silencio, que fue interrumpido por unos murmullos. Murmullos que estaban ya empezando a romper su calma, eran totalmente inentendibles para la amejin. No solo eso, sino que también los edificios empezaron a volverse locos, variando su forma, como si se tratase de una obra de ficción. Al mismo tiempo, la luz iba y venía como si nada.
Con tantos estímulos que la estaban afectando, soltó su arma y miró hacia el suelo, mientras que con sus manos tapaba sus oídos, en un intento de detener esos murmullos.
—Ya... ya... ya... ¡YA CALLATE!
Justo en ese momento, un sonido agudo logró aturdir la audición de la joven, cayendo de rodillas al suelo.
Buscando, buscando, buscando, ME ESTÁN BUSCANDO
Por suerte, eso era el final de tal tormento. Estuvo unos segundos mirando el suelo aún, con la respiración forzosa y, cuando se quiso dar cuenta, todo parecía haber vuelto a la normalidad. Lo primero que notó fue la presencia de luz, esa luz que tanto le faltó durante ese tiempo que estuvo en esa técnica. Levantó la mirada y notó que estaba en el callejón, uno muy corto y normal, como se imaginaría que debería ser desde un principio. Pero lo más importante. Tenía una persona delante suya. Lo tenía a él delante suya. Gracias a la foto pudo reconocer al ex shinobi. O, mejor dicho, por su llamativo color de pelo, que no había parecido variar mucho a través de los años.
«Ahora entiendo al carnicero, es un poco triste ver a alguien así. Aunque lo que acaba de hacer... fue increíble.» Dentro suyo sintió una mezcla de tristeza y admiración, lastima y respeto. Cuanto menos, nunca había tenido tal experiencia en una ilusión en su vida. Aunque en su familia no había ningún especialista en genjutsus, eso ya le parecía que estaba a otro nivel. Ella lo estaba viendo como «un puto genio loco».
—Buscando, buscando, buscando, me están buscando, buscando, buscando, buscando, me están buscando...
Evidentemente, no estaba dentro de sus cabales. «Qué no es peligroso me dijo el perro. Pfff.»
Se levantó del suelo y volvió a agarrar su kodachi, envainándola nuevamente. Aún con cierta resaca de aquella ilusión, se acercó lentamente al pelilargo.
—¿Cómo mierda hiciste eso?