6/07/2021, 23:12
(Última modificación: 6/07/2021, 23:14 por Amedama Daruu. Editado 3 veces en total.)
¡Aquél cabrón se había escabullido de su técnica! A pesar de que su velocidad dejaba claramente mucho que desear, se había escapado en el último momento gracias a un Shunshin no Jutsu bien colocado.
Mientras Daigo charlaba, despreocupado, sobre no se qué problemas que en aquél momento Daruu no entendió —pero que quizás debía haber entendido antes de siquiera lanzar su técnica de Suiton—, él aterrizó en el agua y consiguió mantener el equilibro balanceándose con los brazos y manteniéndose a flote con ayuda del chakra. Entonces, envalentonado, Daigo echó a correr hacia Daruu de nuevo, tras desatar dos cadenas de su cintura y agarrarlas con la mano.
Obviamente, Daigo era diestro con sus propias armas, o eso creía él. Pero tras formular Daruu unos sellos, tuvo que detener su carrera a la fuerza cuando ambas cadenas cobraron vida propia y se enredaron alrededor de su cuerpo. Daigo, inmovilizado, vió las puntas de las cadenas, enrolladas en una bola con un nudo rudimentario, observándole desde delante de su cara como dos guantes de boxeo improvisados.
—¡Eh, Daigo! —gritó Daruu. Entonces una de las cadenas le metió un golpetazo terrible en toda la boca—. ¡Pero tío, no te pegues! ¿Estás tonto? —¡Zas! La otra cadena le golpeó también en la cara. Su nariz crujió desagradablemente (20 PV en total) y el kusajin cayó derribado, hundiéndose en el agua...
Pero por supuesto, nada de eso había sucedido en realidad (Shinshin no Genjutsu). Daigo estaba allí plantado, balanceándose de mala manera entre los restos renqueantes del oleaje que había provocado la técnica de Daruu.
Eso sí, ahora la iniciativa la tenía el Hyūga, y tres agujas perladas rompían el viento para clavarse en su pecho (8 PV por senbon). Daruu corrió en dirección a Daigo, pero flanqueándolo a una distancia prudencial. Tenía otros tres senbon en la mano derecha.
Mientras Daigo charlaba, despreocupado, sobre no se qué problemas que en aquél momento Daruu no entendió —pero que quizás debía haber entendido antes de siquiera lanzar su técnica de Suiton—, él aterrizó en el agua y consiguió mantener el equilibro balanceándose con los brazos y manteniéndose a flote con ayuda del chakra. Entonces, envalentonado, Daigo echó a correr hacia Daruu de nuevo, tras desatar dos cadenas de su cintura y agarrarlas con la mano.
Obviamente, Daigo era diestro con sus propias armas, o eso creía él. Pero tras formular Daruu unos sellos, tuvo que detener su carrera a la fuerza cuando ambas cadenas cobraron vida propia y se enredaron alrededor de su cuerpo. Daigo, inmovilizado, vió las puntas de las cadenas, enrolladas en una bola con un nudo rudimentario, observándole desde delante de su cara como dos guantes de boxeo improvisados.
—¡Eh, Daigo! —gritó Daruu. Entonces una de las cadenas le metió un golpetazo terrible en toda la boca—. ¡Pero tío, no te pegues! ¿Estás tonto? —¡Zas! La otra cadena le golpeó también en la cara. Su nariz crujió desagradablemente (20 PV en total) y el kusajin cayó derribado, hundiéndose en el agua...
Pero por supuesto, nada de eso había sucedido en realidad (Shinshin no Genjutsu). Daigo estaba allí plantado, balanceándose de mala manera entre los restos renqueantes del oleaje que había provocado la técnica de Daruu.
Eso sí, ahora la iniciativa la tenía el Hyūga, y tres agujas perladas rompían el viento para clavarse en su pecho (8 PV por senbon). Daruu corrió en dirección a Daigo, pero flanqueándolo a una distancia prudencial. Tenía otros tres senbon en la mano derecha.