8/07/2021, 13:58
Los bandidos no perdían ni un segundo, reorganizándose y cambiando su patrón lo más rápido posible. Seguramente tenían hablado y pactado de antemano que hacer en el caso de que las cosas se torcieran y no fueran como tenían planeado. Un sonoro silbido pareció detonar algo en especial, puede que una llamada para replegarse ante la aparición de la kunoichi. La joven frunció el ceño, no estaba dispuesta a dejar escapar a nadie y menos después de haber podido tumbar a dos.
Uno de los que todavía se mantenía en pie, y que por suerte para él todavía no había recibido la furia de sus golpes, lanzó a la carrera de ella unas cadenas directamente hacia sus piernas. Le asustaba un poco destrozar parte del puente tras ver el duro trabajo de los obreros durante todo el día, pero si rompía una parte de este a cambio de salvar todo su trabajo sería un precio menor.
Las piernas de Lyndis se energizaron, deteniéndose un instante para coger un fuerte impulso que destruiría parte de las tablas en las que estaba en ese instante para salir disparada contra aquel tipo evadiendo su arma. Buscaria derribarlo con un placaje aprovechando el impulso usando su hombro, y lo tiraría al suelo puede que chocando contra las barandillas, terminando de haber recortado toda la distancia con los que habían bajado por las cuerdas. Acto seguido, el brillo de sus piernas desaparecería para dar lugar a otro en uno de sus puños, que iría directo a la cara de aquel mismo hombre.
— ¡Os doy un último aviso, u os detenéis ahora mismo, o no pienso tener clemencia con vosotros! — gritaría agarrandole de la camisa, preparada para soltar otro puñetazo.
Uno de los que todavía se mantenía en pie, y que por suerte para él todavía no había recibido la furia de sus golpes, lanzó a la carrera de ella unas cadenas directamente hacia sus piernas. Le asustaba un poco destrozar parte del puente tras ver el duro trabajo de los obreros durante todo el día, pero si rompía una parte de este a cambio de salvar todo su trabajo sería un precio menor.
Las piernas de Lyndis se energizaron, deteniéndose un instante para coger un fuerte impulso que destruiría parte de las tablas en las que estaba en ese instante para salir disparada contra aquel tipo evadiendo su arma. Buscaria derribarlo con un placaje aprovechando el impulso usando su hombro, y lo tiraría al suelo puede que chocando contra las barandillas, terminando de haber recortado toda la distancia con los que habían bajado por las cuerdas. Acto seguido, el brillo de sus piernas desaparecería para dar lugar a otro en uno de sus puños, que iría directo a la cara de aquel mismo hombre.
— ¡Os doy un último aviso, u os detenéis ahora mismo, o no pienso tener clemencia con vosotros! — gritaría agarrandole de la camisa, preparada para soltar otro puñetazo.