19/01/2016, 01:55
(Última modificación: 19/01/2016, 15:28 por Uchiha Akame.)
Los ojos del pequeño charlatán se movían rápidos, escudriñando los alrededores. Para Kunie tampoco pasó inadvertido que poco a poco se iban congregando más y más personas. Miró distraídamente hacia un lado, luego al otro, y vio que al menos había una docena de personas escuchando su modesto duelo oral con el chico. Eso no hizo sino divertirla, y riendo con disimulo, hizo un gesto dramáticamente amplio, como el presentador de una función de magia.
- Sorpréndeme, vendedor-san.
Lejos de acobardarse, el chico puso en marcha toda una teatralización para demostrar que las fantasías sobre sus supuestas cremas eran reales. Kunie se dejó llevar, fingiendo expectación. "A ver cómo sales de esta, listillo".
Y vaya si la sorprendió. Lo cierto es que primero le causó gracia, cuando lo vio mezclar ambas cremas con tanta convicción que realmente parecían elixires mágicos. Luego, a la risa le sobrevino una mezcla de intriga e incredulidad, al ver que el chico se untaba la pasta en uno de los brazos. Cuando sacó el kunai de su funda, el rostro de Kunie se quedó petrificado. "¿De verdad va a hacerlo...?"
- La madre que me... - alcanzó a balbucear la chica, aunque en un tono apenas audible.
El cuchillo no logró traspasar la piel del joven vendedor. ¿Cómo podía ser? Kunie trató de que aquella mayúscula sorpresa no se le viera en la cara, quizás con poco éxito. No entendía nada. Ella sabía los ingredientes que llevaban aquellos ungüentos. No había explicación lógica ni razonable. A su alrededor, los curiosos empezaron a aplaudir tímidamente, como si aquella proeza los hubiera puesto al momento en el bando del vendedor, y esperaran que Kunie se diese por vencida para celebrarlo por todo lo alto. Ella se recompuso, y pronto pasó del estupor a la intriga.
- Vaya, eso no me lo esperaba, tengo que admitirlo.
Se acercó al chico con paso seguro, tomándole del brazo. Aun quedaba algo del ungüento en su piel. Entonces tuvo una idea, y una sonrisa pícara se dibujó en su rostro. Clavó sus ojos ambarinos en los del muchacho, y concentró su mente en esa misma dirección...
"Eres un chico interesante. ¿Cuál es tu secreto?" - el chico oiría perfectamente la voz de Kunie retumbando en su cabeza, mas los labios de la kunoichi estaban sellados.- "¿Qué pensará toda esta gente si me ofrezco voluntaria para otra demostración? ¿Debería hacerlo, vendedor-san?"
- Sorpréndeme, vendedor-san.
Lejos de acobardarse, el chico puso en marcha toda una teatralización para demostrar que las fantasías sobre sus supuestas cremas eran reales. Kunie se dejó llevar, fingiendo expectación. "A ver cómo sales de esta, listillo".
Y vaya si la sorprendió. Lo cierto es que primero le causó gracia, cuando lo vio mezclar ambas cremas con tanta convicción que realmente parecían elixires mágicos. Luego, a la risa le sobrevino una mezcla de intriga e incredulidad, al ver que el chico se untaba la pasta en uno de los brazos. Cuando sacó el kunai de su funda, el rostro de Kunie se quedó petrificado. "¿De verdad va a hacerlo...?"
- La madre que me... - alcanzó a balbucear la chica, aunque en un tono apenas audible.
El cuchillo no logró traspasar la piel del joven vendedor. ¿Cómo podía ser? Kunie trató de que aquella mayúscula sorpresa no se le viera en la cara, quizás con poco éxito. No entendía nada. Ella sabía los ingredientes que llevaban aquellos ungüentos. No había explicación lógica ni razonable. A su alrededor, los curiosos empezaron a aplaudir tímidamente, como si aquella proeza los hubiera puesto al momento en el bando del vendedor, y esperaran que Kunie se diese por vencida para celebrarlo por todo lo alto. Ella se recompuso, y pronto pasó del estupor a la intriga.
- Vaya, eso no me lo esperaba, tengo que admitirlo.
Se acercó al chico con paso seguro, tomándole del brazo. Aun quedaba algo del ungüento en su piel. Entonces tuvo una idea, y una sonrisa pícara se dibujó en su rostro. Clavó sus ojos ambarinos en los del muchacho, y concentró su mente en esa misma dirección...
"Eres un chico interesante. ¿Cuál es tu secreto?" - el chico oiría perfectamente la voz de Kunie retumbando en su cabeza, mas los labios de la kunoichi estaban sellados.- "¿Qué pensará toda esta gente si me ofrezco voluntaria para otra demostración? ¿Debería hacerlo, vendedor-san?"