11/07/2021, 02:30
Parecía que la cosa se fue de las manos y otros shinobis tuvieran que intervenir para acabar con el combate.
—Jo...
—Pues ya ha llegado un grupo a pacificar las cosas. —Comentó el genin entre risas. —Por eso te dije de ver el otro, estos duran hasta que la cosa se va de madre y algunos saltan a zanjar el problema. No se te ocurra solucionar tus problemas igual, y si lo haces, no le digas a tu padre de donde lo has sacado.
—Tranquilo, mi boca está sellada. —Afirmó con una gran sonrisa.
Entonces marcharon al punto de encuentro con el padre de Eiji, no sin antes comprar un batido. Durante el camino el peliblanco preguntó al señorito sobre la visita a Kusagakure.
—Pues... ¡Ha estado genial! —Dio una palmada. —La Aldea mola un montón, tenéis un montón de sitios interesantes y hay un montón de ninjas por las calles. A ver si con suerte convenzo a mi padre y en un par de años me puedes ver en los Dojos de Instrucción con el kunai que me has regalado. —Su sonrisa mientras divagaba con ese futuro era digna de enmarcar.
Justo cuando llegaron a la entrada de la Torre del Ocio vieron en la plaza exterior, apartados a un lado a la sombra, a Shirogane Shinrin junto a su mayordomo.
—¡S-señorito! —Hiromasa alzó el brazo buscando la atención de Koji y del niño. —¡A-aquí estamos señorito!
Eiji rápidamente corrió hacia ellos dos con los brazos hacia atrás y dio un abrazo a su padre.
—¡Hiromasa-san mira, mira, tengo mi propio portaobjetos shinobi!
—¡Ohhh! Impresionante joven señor, seguro que Yondaime-sama está deseosa de que entre a engrosar sus filas.
—Koji-san, —Shirogane Shinrin se acercó al Kaguya. —muchas gracias por hacerte cargo de Eiji, se ve que se lo ha pasado en grande. —Expresó con una leve sonrisa en sus labios. —¿Ha dado algún problema?
—Jo...
—Pues ya ha llegado un grupo a pacificar las cosas. —Comentó el genin entre risas. —Por eso te dije de ver el otro, estos duran hasta que la cosa se va de madre y algunos saltan a zanjar el problema. No se te ocurra solucionar tus problemas igual, y si lo haces, no le digas a tu padre de donde lo has sacado.
—Tranquilo, mi boca está sellada. —Afirmó con una gran sonrisa.
Entonces marcharon al punto de encuentro con el padre de Eiji, no sin antes comprar un batido. Durante el camino el peliblanco preguntó al señorito sobre la visita a Kusagakure.
—Pues... ¡Ha estado genial! —Dio una palmada. —La Aldea mola un montón, tenéis un montón de sitios interesantes y hay un montón de ninjas por las calles. A ver si con suerte convenzo a mi padre y en un par de años me puedes ver en los Dojos de Instrucción con el kunai que me has regalado. —Su sonrisa mientras divagaba con ese futuro era digna de enmarcar.
Justo cuando llegaron a la entrada de la Torre del Ocio vieron en la plaza exterior, apartados a un lado a la sombra, a Shirogane Shinrin junto a su mayordomo.
—¡S-señorito! —Hiromasa alzó el brazo buscando la atención de Koji y del niño. —¡A-aquí estamos señorito!
Eiji rápidamente corrió hacia ellos dos con los brazos hacia atrás y dio un abrazo a su padre.
—¡Hiromasa-san mira, mira, tengo mi propio portaobjetos shinobi!
—¡Ohhh! Impresionante joven señor, seguro que Yondaime-sama está deseosa de que entre a engrosar sus filas.
—Koji-san, —Shirogane Shinrin se acercó al Kaguya. —muchas gracias por hacerte cargo de Eiji, se ve que se lo ha pasado en grande. —Expresó con una leve sonrisa en sus labios. —¿Ha dado algún problema?