19/01/2016, 20:55
Como un ave rapaz planeando sobre su presa, Kunie esperó pacientemente mientras el chico decidía a qué ignorante lugareño iba a sacarle los cuartos. Pese al bullicio, la kunoichi se esforzaba por no perderle de vista. Estaba claro que el muchacho era avispado, y probablemente fuera lo bastante como para intentar esfumarse una vez tuviera el dinero.
Así fue. Todo sucedió muy rápido, pero aun así la joven kunoichi no iba a dejar escapar la oportunidad de cobrarse un favor. Ágilmente abandonó su marmórea postura y empezó a andar, a paso ligero, detrás del muchacho. "Va hacia la plaza, si lo pierdo de vista puedo olvidarme de mi plan. Mierda". Kunie aceleró el ritmo, escurriéndose entre la docena de curiosos que todavía trataban de conseguir un poco de crema. Salió del callejón y se metió de lleno en el gentío de la plaza. Por suerte, no había perdido de vista al pequeño estafador ni un momento y, cuando lo vio detenerse, supo que era su momento.
- ¿Ibas a alguna parte, estafador-san? - preguntó, inquisitiva, cuando estuvo justo detrás del pillastre.- Todavía me debes una y, ¿adivinas?, es hora de cumplir.
En el poco rato que había durado la peculiar subasta de la crema ultra lo que fuera, Kunie había urdido un pequeño plan para sacarse ella misma un buen pellizco. El Sol casi se había ocultado por completo, dejando el cielo teñido de una gama de rojos y añiles que anunciaban la pronta llegada de la noche. Y, con la noche, venía su oportunidad. Se cruzó de brazos y clavó sus ojos en los del chico, con una expresión que podía traducirse en 'ni se te ocurra intentar escaquearte'.
- Asahina Kunie. - dijo, con una sonrisa entre divertida y maliciosa.- ¿Cómo te llamas, socio?
Así fue. Todo sucedió muy rápido, pero aun así la joven kunoichi no iba a dejar escapar la oportunidad de cobrarse un favor. Ágilmente abandonó su marmórea postura y empezó a andar, a paso ligero, detrás del muchacho. "Va hacia la plaza, si lo pierdo de vista puedo olvidarme de mi plan. Mierda". Kunie aceleró el ritmo, escurriéndose entre la docena de curiosos que todavía trataban de conseguir un poco de crema. Salió del callejón y se metió de lleno en el gentío de la plaza. Por suerte, no había perdido de vista al pequeño estafador ni un momento y, cuando lo vio detenerse, supo que era su momento.
- ¿Ibas a alguna parte, estafador-san? - preguntó, inquisitiva, cuando estuvo justo detrás del pillastre.- Todavía me debes una y, ¿adivinas?, es hora de cumplir.
En el poco rato que había durado la peculiar subasta de la crema ultra lo que fuera, Kunie había urdido un pequeño plan para sacarse ella misma un buen pellizco. El Sol casi se había ocultado por completo, dejando el cielo teñido de una gama de rojos y añiles que anunciaban la pronta llegada de la noche. Y, con la noche, venía su oportunidad. Se cruzó de brazos y clavó sus ojos en los del chico, con una expresión que podía traducirse en 'ni se te ocurra intentar escaquearte'.
- Asahina Kunie. - dijo, con una sonrisa entre divertida y maliciosa.- ¿Cómo te llamas, socio?