19/01/2016, 22:39
Kunie frunció el ceño ante la contestación del Uchiha.
- ¿Por qué te molestas en preguntármelo? Puedes leerme la mente, ¿no? - la interpeló.- ¿Y tú? ¿De dónde eres, kunoichi?
La chica se cruzó de brazos, contrariada por la reticencia de Datsue a saciar su curiosidad. ¿Por qué se molestaba en ocultar lo que ella quería saber? Tarde o temprano acabaría enterándose. O al menos eso pensaba ella. El duelo dialéctico y de ingenio que llevaban manteniendo desde que se vieran por primera vez en la callejuela, un rato antes, empezaba a cansarla. Y no porque no le gustara el intentar retorcer y enrevesar las palabras mejor que nadie, sino porque estaba impaciente por poner en marcha su genialísima idea.
- ¿Por quién me tomas? - replicó, fingiendo sentirse ofendida con quizás excesivo dramatismo.- Soy una dama, y escarbar en cabezas ajenas no es algo propio de una dama. En cuanto a lo segundo...
Paró en seco. Acababa de caer en que Datsue se había dirigido a ella como 'kunoichi'. ¿En qué momento...? Ah, supongo que puedo esperar algo así de este chico. Sea como fuere, no tenía interés en seguir escondiéndolo. La paranormal demostración de habilidad que había hecho momentos antes no dejaba lugar a demasiadas dudas. Era lógico que Datsue sospechase que ella tenía algo que ver con el mundo ninja, igual que Kunie lo pensaba de él tras escuchar el apellido 'Uchiha'.
- Soy de Takigakure. ¿Satisfecho? - inquirió, poniendo cara de indiferencia para tratar de aparentar que no se había rendido.- Ahora para de darle a la sin hueso. Ven conmigo.
Kunie lo tomó del brazo y trató de arrastrarle, con suavidad pero firmemente, lejos del bullicio. Caminaba en dirección a la callejuela opuesta a aquella en la que se habían encontrado. Si sus cálculos eran correctos, por allí se iba a la zona de ocio nocturno menos recomendable de la ciudad. O, al menos, eso le había asegurado su maestro. Justamente lo que necesitaba era un antro de mala muerte y media docena de parroquianos con ganas de jugarse algunos ryos.
Entró en el callejón y siguió por el entramado urbano mientras la oscuridad se apoderaba de Notsuba. Se había hecho de noche sorprendentemente rápido, no tanto si se tenía en cuenta que era Invierno, y pronto las únicas luces que guiaban el camino de los dos jóvenes provenían de puertas y ventanas, o de alguna farola ocasional. Kunie continuó caminando hasta llegar a la puerta de un establecimiento. El edificio no tenía nada destacable, un simple caserío de dos plantas entre otros dos del mismo estilo. Sin embargo, encima de la puerta podía leerse un escueto mensaje.
- ¿Sabes jugar a las cartas, Datsue-san? Porque, la verdad, esta noche me siento con facilidad para el juego, y tú has engrosado la cartera a base de bien gracias a mi ayuda. - soltó una risita maliciosa.- Claro que, unos borrachuzos de mente estrecha nunca compartirían mesa con una dama. ¿Me sigues?
- ¿Por qué te molestas en preguntármelo? Puedes leerme la mente, ¿no? - la interpeló.- ¿Y tú? ¿De dónde eres, kunoichi?
La chica se cruzó de brazos, contrariada por la reticencia de Datsue a saciar su curiosidad. ¿Por qué se molestaba en ocultar lo que ella quería saber? Tarde o temprano acabaría enterándose. O al menos eso pensaba ella. El duelo dialéctico y de ingenio que llevaban manteniendo desde que se vieran por primera vez en la callejuela, un rato antes, empezaba a cansarla. Y no porque no le gustara el intentar retorcer y enrevesar las palabras mejor que nadie, sino porque estaba impaciente por poner en marcha su genialísima idea.
- ¿Por quién me tomas? - replicó, fingiendo sentirse ofendida con quizás excesivo dramatismo.- Soy una dama, y escarbar en cabezas ajenas no es algo propio de una dama. En cuanto a lo segundo...
Paró en seco. Acababa de caer en que Datsue se había dirigido a ella como 'kunoichi'. ¿En qué momento...? Ah, supongo que puedo esperar algo así de este chico. Sea como fuere, no tenía interés en seguir escondiéndolo. La paranormal demostración de habilidad que había hecho momentos antes no dejaba lugar a demasiadas dudas. Era lógico que Datsue sospechase que ella tenía algo que ver con el mundo ninja, igual que Kunie lo pensaba de él tras escuchar el apellido 'Uchiha'.
- Soy de Takigakure. ¿Satisfecho? - inquirió, poniendo cara de indiferencia para tratar de aparentar que no se había rendido.- Ahora para de darle a la sin hueso. Ven conmigo.
Kunie lo tomó del brazo y trató de arrastrarle, con suavidad pero firmemente, lejos del bullicio. Caminaba en dirección a la callejuela opuesta a aquella en la que se habían encontrado. Si sus cálculos eran correctos, por allí se iba a la zona de ocio nocturno menos recomendable de la ciudad. O, al menos, eso le había asegurado su maestro. Justamente lo que necesitaba era un antro de mala muerte y media docena de parroquianos con ganas de jugarse algunos ryos.
Entró en el callejón y siguió por el entramado urbano mientras la oscuridad se apoderaba de Notsuba. Se había hecho de noche sorprendentemente rápido, no tanto si se tenía en cuenta que era Invierno, y pronto las únicas luces que guiaban el camino de los dos jóvenes provenían de puertas y ventanas, o de alguna farola ocasional. Kunie continuó caminando hasta llegar a la puerta de un establecimiento. El edificio no tenía nada destacable, un simple caserío de dos plantas entre otros dos del mismo estilo. Sin embargo, encima de la puerta podía leerse un escueto mensaje.
"El Baku nocturno"
- ¿Sabes jugar a las cartas, Datsue-san? Porque, la verdad, esta noche me siento con facilidad para el juego, y tú has engrosado la cartera a base de bien gracias a mi ayuda. - soltó una risita maliciosa.- Claro que, unos borrachuzos de mente estrecha nunca compartirían mesa con una dama. ¿Me sigues?