19/01/2016, 23:59
Las mejillas de la kunoichi del remolino se colorearon de un carmesí intenso contrastando con su pálida piel y sus cabellos azulados. ¡Pero qué educado que era este chico! ¿Quién lo diría? Comparado con el pelirrojo, los shinobis - y civiles varones, en general - de su villa se quedaban relegados a un segundo plano, ¿segundo? ¡Cuarto si eso! Y sin embargo en su propia villa daban prioridad a los buenos modales y a la educación.
—Las damas primero
Salió de su divagación cuando escuchó la voz de Reiji, invitándola a pasar dentro del castillo la primera en ese orden prescrito ya tiempo atrás en que las féminas tenían prioridad al entrar antes que los del sexo masculino. Soltó una pequeña risa, y ella que pensaba que era para que le mirasen el trasero a las señoritas... Negó con la cabeza, era gracioso pensar en eso porque con ella no pasaría, medía un metro y no llegaba al medio siguiente...
No esperó más y olvidando su ensimismamiento con el nuevo conocido entró en el castillo que se alzaba frente a ellos. Al entrar, se fijó en el enorme pasillo que adornaba la entrada del susodicho edificio, hecho de roca. Se encontraba adornado con armaduras antiguas, al parecer samurái, sintiendo que si las tocaba o incluso si las soplaba para quitarles el polvo éstas se caerían tan rápido como se dice ''País del Fuego''. Cuadros adornaban las paredes, sin embargo era tan difícil de saber qué había en el lienzo que a Eri ya le producía dolores de cabeza imaginárselo. Al fondo, a ambos lados del pasillo, dos escaleras se alzaban a un segundo piso casi invisible para sus claros ojos.
Pasó a su interior dando pequeños salitos y se paró a contemplar un cuadro que le había llamado la atención, el cual todavía se podía distinguir a una persona, o eso creía observando el borrón que se encontraba en el medio.
-Cuanto pueden contar las cosas que no hablan - Musitó más para ella que para su acompañante, sin apartar sus ojos del lienzo.
—Las damas primero
Salió de su divagación cuando escuchó la voz de Reiji, invitándola a pasar dentro del castillo la primera en ese orden prescrito ya tiempo atrás en que las féminas tenían prioridad al entrar antes que los del sexo masculino. Soltó una pequeña risa, y ella que pensaba que era para que le mirasen el trasero a las señoritas... Negó con la cabeza, era gracioso pensar en eso porque con ella no pasaría, medía un metro y no llegaba al medio siguiente...
No esperó más y olvidando su ensimismamiento con el nuevo conocido entró en el castillo que se alzaba frente a ellos. Al entrar, se fijó en el enorme pasillo que adornaba la entrada del susodicho edificio, hecho de roca. Se encontraba adornado con armaduras antiguas, al parecer samurái, sintiendo que si las tocaba o incluso si las soplaba para quitarles el polvo éstas se caerían tan rápido como se dice ''País del Fuego''. Cuadros adornaban las paredes, sin embargo era tan difícil de saber qué había en el lienzo que a Eri ya le producía dolores de cabeza imaginárselo. Al fondo, a ambos lados del pasillo, dos escaleras se alzaban a un segundo piso casi invisible para sus claros ojos.
Pasó a su interior dando pequeños salitos y se paró a contemplar un cuadro que le había llamado la atención, el cual todavía se podía distinguir a una persona, o eso creía observando el borrón que se encontraba en el medio.
-Cuanto pueden contar las cosas que no hablan - Musitó más para ella que para su acompañante, sin apartar sus ojos del lienzo.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)