22/07/2021, 18:42
El sonido de la tierra rompiéndose acompañó un tercer Hitoshin, y Ranko volteó para ver a Lyndis disparada a como ella lo había hecho. Le hizo feliz el hecho de ver a otra Kusajin usar la técnica que ella había creado. Se preguntó si sería gracioso ver desde lejos a dos chicas saltar como conejos gigantes por el campo. Volteó de nuevo a verla, su sonrisa ya no desafiante, sino de total alegría. Entonces algo extraño sucedió.
Ranko tuvo una especie de regresión.
¿Te gustan los conejos, Ran-chan? ¡Te regalo un conejito!
La de la trenza escuchó la voz incorpórea de su hermana Kuumi justo cuando volvió a posar sus ojos en Lyndis. La vio vestida de conejo, tal y como en la portada de revista que Kuumi le había mostrado alguna vez en forma de broma: una diadema de orejas de conejo, un payasito escotado y pantimedias.
"NO ESE TIPO DE CONEJO, RANKO."
Se distrajo y su rostro se tornó carmesí. Pateó el suelo con demasiada fuerza, descontrolándose, y, en lugar de aterrizar sobre sus pies al caer, rodó velozmente entre la maleza, desparramando el equipaje doble por toda el area, y deteniéndose al fin contra un gran arbusto.
—Aay… —gimoteó. No se había lastimado, más que cortecillos superficiales contra espinas y gravilla, nada que no se recuperara con una siesta. Pero se sentía bastante apenada, en especial porque no era la primera vez que imaginaba a alguien así.
Ya le había pasado con Mei, la Princesa de los insectos, aquella chica de Uzushiogakure que le había robado el corazón y la había dejado plantada en Yukio. ¿Por qué se le había ocurrido a su mente jugársela de graciosa en ese momento? ¿Por qué le había hecho ver a Lyndis así?
Ranko tuvo una especie de regresión.
¿Te gustan los conejos, Ran-chan? ¡Te regalo un conejito!
La de la trenza escuchó la voz incorpórea de su hermana Kuumi justo cuando volvió a posar sus ojos en Lyndis. La vio vestida de conejo, tal y como en la portada de revista que Kuumi le había mostrado alguna vez en forma de broma: una diadema de orejas de conejo, un payasito escotado y pantimedias.
"NO ESE TIPO DE CONEJO, RANKO."
Se distrajo y su rostro se tornó carmesí. Pateó el suelo con demasiada fuerza, descontrolándose, y, en lugar de aterrizar sobre sus pies al caer, rodó velozmente entre la maleza, desparramando el equipaje doble por toda el area, y deteniéndose al fin contra un gran arbusto.
—Aay… —gimoteó. No se había lastimado, más que cortecillos superficiales contra espinas y gravilla, nada que no se recuperara con una siesta. Pero se sentía bastante apenada, en especial porque no era la primera vez que imaginaba a alguien así.
Ya le había pasado con Mei, la Princesa de los insectos, aquella chica de Uzushiogakure que le había robado el corazón y la había dejado plantada en Yukio. ¿Por qué se le había ocurrido a su mente jugársela de graciosa en ese momento? ¿Por qué le había hecho ver a Lyndis así?
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