20/01/2016, 22:09
- ¡A eso lo llamo yo jugar como los dioses mandan! – exclamó Cicatrices, que mostró su combinación perfecta Venga, Carnefresca, ¡descubre tus cartas!
Datsue soltó una carcajada. No sabía porqué, pero le habían entrado unas ganas de reírse tremendas. La seriedad con la que le miraba Cicatrices, la mano imposible que se había sacado de la manga, sus propias cartas, buenas pero insuficientes para llevarse la partida. Nada de aquello era gracioso y, sin embargo, no podía parar de reír.
Las risas le hicieron doblarse y apoyar la mejilla sobre la mesa, mientras con la palma de la mano golpeaba, una y otra vez, la superficie del tablero. Estuvo así un buen rato, casi ahogándose por no poder tomar aire, hasta que poco a poco el ataque de risa fue menguando, convirtiéndose en apenas leves espasmos. Entonces, tuvo un momento de lucidez. Un ligero instante en el que su mente se aclaró y, casi sin saber porqué, su mano libre reptó hacia su portaobjetos, oculto a la vista de los hombres por la mesa. De él sacó dos sellos explosivos, uno del cual pegó sobre la superficie inferior de la mesa.
Entonces los hombres se levantaron. En un primer momento, creyó que le habían descubierto, y aun con el alcohol calentando sus venas se le heló la sangre. Luego comprendió que era por Kunie.
- Eh, Carnefresca. Dile a tu amiga que se esté bien quietecita mientras recojo mi dinero. - dijo con tono amenazante el viejo, enfatizando el 'mi', mientras se ponía también en pie. Parecía mucho más imponente, debía medir al menos metro noventa y pesaría cerca de cien kilos. Ahora era visible también un cuchillo, tosco pero peligroso, que llevaba en el cinturón.- ¡Mala suerte, chaval!
Dígase una cosa de Uchiha Datsue: es un tipo duro. Pero aquel tipo de mirada imponente y estatura colosal hacía que creyese que tan sólo era un azucarillo disolviéndose en el agua.
—Por supuesto, el juego es el juego —Echó una mirada hacia atrás y clavó los ojos en Kunie. Bueno, o los intentó clavar. No sabía porqué, pero no era capaz de enfocar muy bien—. Kunie, no te acerques.
Con una aparente calma, reunió los billetes desperdigados por la mesa con la mano que no tenía el sello y los juntó en un montoncito. El dinero de Cicatrices. El dinero que necesitan mis padres.
—Por favor, sentaos. No hay necesidad de alterarse —dijo, tratando de calmarlos, pese a que su propio corazón latía de forma frenética. Me vendría bien otro chupito—. Toma tu dinero.
El Uchiha, que era el único que permanecía sentado, estiró la mano para ofrecerle los billetes. Entonces, su mente formuló una frase contundente y clara: ¡NO TE ACERQUES!
Datsue soltó una carcajada. No sabía porqué, pero le habían entrado unas ganas de reírse tremendas. La seriedad con la que le miraba Cicatrices, la mano imposible que se había sacado de la manga, sus propias cartas, buenas pero insuficientes para llevarse la partida. Nada de aquello era gracioso y, sin embargo, no podía parar de reír.
Las risas le hicieron doblarse y apoyar la mejilla sobre la mesa, mientras con la palma de la mano golpeaba, una y otra vez, la superficie del tablero. Estuvo así un buen rato, casi ahogándose por no poder tomar aire, hasta que poco a poco el ataque de risa fue menguando, convirtiéndose en apenas leves espasmos. Entonces, tuvo un momento de lucidez. Un ligero instante en el que su mente se aclaró y, casi sin saber porqué, su mano libre reptó hacia su portaobjetos, oculto a la vista de los hombres por la mesa. De él sacó dos sellos explosivos, uno del cual pegó sobre la superficie inferior de la mesa.
Entonces los hombres se levantaron. En un primer momento, creyó que le habían descubierto, y aun con el alcohol calentando sus venas se le heló la sangre. Luego comprendió que era por Kunie.
- Eh, Carnefresca. Dile a tu amiga que se esté bien quietecita mientras recojo mi dinero. - dijo con tono amenazante el viejo, enfatizando el 'mi', mientras se ponía también en pie. Parecía mucho más imponente, debía medir al menos metro noventa y pesaría cerca de cien kilos. Ahora era visible también un cuchillo, tosco pero peligroso, que llevaba en el cinturón.- ¡Mala suerte, chaval!
Dígase una cosa de Uchiha Datsue: es un tipo duro. Pero aquel tipo de mirada imponente y estatura colosal hacía que creyese que tan sólo era un azucarillo disolviéndose en el agua.
—Por supuesto, el juego es el juego —Echó una mirada hacia atrás y clavó los ojos en Kunie. Bueno, o los intentó clavar. No sabía porqué, pero no era capaz de enfocar muy bien—. Kunie, no te acerques.
Con una aparente calma, reunió los billetes desperdigados por la mesa con la mano que no tenía el sello y los juntó en un montoncito. El dinero de Cicatrices. El dinero que necesitan mis padres.
—Por favor, sentaos. No hay necesidad de alterarse —dijo, tratando de calmarlos, pese a que su propio corazón latía de forma frenética. Me vendría bien otro chupito—. Toma tu dinero.
El Uchiha, que era el único que permanecía sentado, estiró la mano para ofrecerle los billetes. Entonces, su mente formuló una frase contundente y clara: ¡NO TE ACERQUES!
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado