29/07/2021, 22:46
Ranko dio un largo paso hacia un lado, alejándose de Lyndis. Su rostro estaba tan rojo que parecía un fósforo encendido.
—S-s-sí. —Un débil susurro fue lo que apenas logró salir de los labios de Ranko.
Le costaba caminar, no porque estuviera cansada, adolorida o herida, sino porque sentía que debía poner el cien por ciento de su mente en mover sus piernas, de lo contrario, todo su cuerpo se vendría abajo. Así de desconcentrada le había dejado Lyndis.
"No, no. Fue la carrera. Y la caída, y el rodar, y el chocar contra el árbol. Para nada fue imaginármela vestida de conejita linda... O como una fuerte ogresa... O... O... Ver sus ojos... Sus ojos que me... Atrapaban..."
Entre ratos, Ranko intentaba voltear a ver a la peliplateada, pero la pena hacía que volviera la cabeza al camino.
Los árboles rápidamente dieron paso a brotes y más brotes de bambú, los cuales cercaban su paso ahora. Cada tanto, podían divisar campos de siembra a lo lejos. Justo cuando no quedara más de media hora de luz solar, Ranko señaló una casita al lado de un huerto, a unos minutos de las vías.
—P-p-po... Ahm... P-podríamos... P-preguntar a-allí... S-s-se ve co-cómoda...
Hacía mucho que no tartamudeaba tanto. Y su corazón no había bajado su velocidad desde la escena del tren. ¿Cuántos días más faltaban?
—S-s-sí. —Un débil susurro fue lo que apenas logró salir de los labios de Ranko.
Le costaba caminar, no porque estuviera cansada, adolorida o herida, sino porque sentía que debía poner el cien por ciento de su mente en mover sus piernas, de lo contrario, todo su cuerpo se vendría abajo. Así de desconcentrada le había dejado Lyndis.
"No, no. Fue la carrera. Y la caída, y el rodar, y el chocar contra el árbol. Para nada fue imaginármela vestida de conejita linda... O como una fuerte ogresa... O... O... Ver sus ojos... Sus ojos que me... Atrapaban..."
Entre ratos, Ranko intentaba voltear a ver a la peliplateada, pero la pena hacía que volviera la cabeza al camino.
Los árboles rápidamente dieron paso a brotes y más brotes de bambú, los cuales cercaban su paso ahora. Cada tanto, podían divisar campos de siembra a lo lejos. Justo cuando no quedara más de media hora de luz solar, Ranko señaló una casita al lado de un huerto, a unos minutos de las vías.
—P-p-po... Ahm... P-podríamos... P-preguntar a-allí... S-s-se ve co-cómoda...
Hacía mucho que no tartamudeaba tanto. Y su corazón no había bajado su velocidad desde la escena del tren. ¿Cuántos días más faltaban?
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