22/01/2016, 02:01
A Kunie no pareció agradarle en demasía la idea de Datsue, pero terminó aceptando, finalmente, con un escueto asentimiento. Era lo único que necesitaba.
Sus manos viajaron rápidas y precisas a su portaobjetos, de donde sacó dos hilos shinobi que ataría con suma rapidez. Luego, se agachó junto a la mesa y, con sumo cuidado de no despegar el sello, levantó un poco la esquina del papel para atar el hilo.
Al levantarse, descubrió a Kunie quitándose la ropa.
—La hostia… —murmuró. Al menos una sorpresa agradable.
- Te sugiero que hagas lo mismo. - apuntó, dirigiéndose al Uchiha, tras volver a ponerse la ropa del revés.
—Claro, claro… —farfulló, con el rabillo del ojo todavía contemplando su cuerpo, que quitaría el aliento a más de un hombre.
Se quitó la yukata y la volvió del revés, haciendo lo mismo con su camisa interior, y se vistió de nuevo tal y como había hecho Kunie. Por su forma de actuar, esta tía no es la primera vez que se mete en problemas… Seguro que ha hecho el truquito de la ropa más de una vez.
La silueta de la kunoichi se confundió con la oscuridad de la noche al salir afuera, y Datsue giró sobre sí mismo para recoger el hilo, que había dejado sobre la mesa. Entonces, se detuvo. Un momento.
Se le acababa de ocurrir una idea fantástica.
Se deslizó como una gacela tras la barra y cogió una de las botellas. Entonces, vacío su contenido sobre el camarero.
—Si te sirve de algo, lo siento —dijo con voz apenada.
Claro, ahora debe sentirse mucho mejor el hombre, no te jode.
Apartando aquel pensamiento de la cabeza, tomó varias botellas más, atrapándolas entre sus brazos y el torso, y empezó a vaciar una mientras caminaba, formando un río serpenteante que empapó los tres cadáveres restantes, desembocando finalmente en la mesa. Dejó las botellas restantes bajo el sello explosivo y tomó el hilo, el cual envolvió alrededor del pomo de la puerta. Salió del bar y, con la cabeza y medio cuerpo dentro todavía y la puerta semicerrada, tiró del hilo para tensarlo lo máximo que se atrevió.
—Listo —sentenció, satisfecho por su trabajo, cerrando la puerta tras de sí. Entonces miró a Kunie—. ¿Tienes algún sitio donde alojarte esta noche? —La pregunta bien podría parecerle a Kunie simple preocupación, un gesto caballeresco para ofrecerle la mano por si la muchacha no tenía donde caerse muerta. Nada más lejos de la realidad. Era el propio Datsue quien no tenía donde caerse muerto.
Sus manos viajaron rápidas y precisas a su portaobjetos, de donde sacó dos hilos shinobi que ataría con suma rapidez. Luego, se agachó junto a la mesa y, con sumo cuidado de no despegar el sello, levantó un poco la esquina del papel para atar el hilo.
Al levantarse, descubrió a Kunie quitándose la ropa.
—La hostia… —murmuró. Al menos una sorpresa agradable.
- Te sugiero que hagas lo mismo. - apuntó, dirigiéndose al Uchiha, tras volver a ponerse la ropa del revés.
—Claro, claro… —farfulló, con el rabillo del ojo todavía contemplando su cuerpo, que quitaría el aliento a más de un hombre.
Se quitó la yukata y la volvió del revés, haciendo lo mismo con su camisa interior, y se vistió de nuevo tal y como había hecho Kunie. Por su forma de actuar, esta tía no es la primera vez que se mete en problemas… Seguro que ha hecho el truquito de la ropa más de una vez.
La silueta de la kunoichi se confundió con la oscuridad de la noche al salir afuera, y Datsue giró sobre sí mismo para recoger el hilo, que había dejado sobre la mesa. Entonces, se detuvo. Un momento.
Se le acababa de ocurrir una idea fantástica.
Se deslizó como una gacela tras la barra y cogió una de las botellas. Entonces, vacío su contenido sobre el camarero.
—Si te sirve de algo, lo siento —dijo con voz apenada.
Claro, ahora debe sentirse mucho mejor el hombre, no te jode.
Apartando aquel pensamiento de la cabeza, tomó varias botellas más, atrapándolas entre sus brazos y el torso, y empezó a vaciar una mientras caminaba, formando un río serpenteante que empapó los tres cadáveres restantes, desembocando finalmente en la mesa. Dejó las botellas restantes bajo el sello explosivo y tomó el hilo, el cual envolvió alrededor del pomo de la puerta. Salió del bar y, con la cabeza y medio cuerpo dentro todavía y la puerta semicerrada, tiró del hilo para tensarlo lo máximo que se atrevió.
—Listo —sentenció, satisfecho por su trabajo, cerrando la puerta tras de sí. Entonces miró a Kunie—. ¿Tienes algún sitio donde alojarte esta noche? —La pregunta bien podría parecerle a Kunie simple preocupación, un gesto caballeresco para ofrecerle la mano por si la muchacha no tenía donde caerse muerta. Nada más lejos de la realidad. Era el propio Datsue quien no tenía donde caerse muerto.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado