22/01/2016, 13:37
(Última modificación: 22/01/2016, 14:06 por Uchiha Akame.)
¿Por qué tarda tanto este chico?, se preguntó para sí la kunoichi. Cada segundo que pasaba a merced del frío glacial que invadía las calles de Notsuba era poco menos que una tortura. Se cruzó de brazos, frotándose la camisa como pudo para intentar entrar en calor. Imágenes, sonidos, olores y recuerdos de lo sucedido se entrelazaban en su cabeza, componiendo una sinfonía insoportable. Estaba acostumbrada a esas cosas, pero bien temía que aquella sensación la seguiría teniendo incluso diez años más tarde, después de haber matado a mil hombres. Sacudió la cabeza, como si aquellos pensamientos fuesen piojos o chinches que podía quitarse imitando a un perro.
El sonido de la puerta al cerrarse la sacó de sus pensamientos. Kunie se giró y tuvo ante sí a Datsue, con las manchas de sangre de sus ropas bien ocultas, tal y como ella le había sugerido. Entonces reparó en un detalle, un pequeño pero llamativo detalle en el que, por alguna razón, no se había fijado hasta ese preciso momento. Sus ojos... ¿Qué significa esto?
- ¿Tienes algún sitio donde alojarte esta noche? - preguntó el Uchiha.
- Sí, tengo una habitación en un hostal de la ciudad. - respondió ella con cierta desgana. Acababa de reparar en lo cansada que la había dejado la breve aventura tabernaria.- Supongo que tú tampoco tendrás problemas, teniendo en cuenta la fortuna que te has embolsado hoy. Quédate con mi parte, no la necesito. - añadió, antes de que él pudiera decir nada.- Será mejor que nos esfumemos.
Empezó a caminar a paso ligero, perdiéndose entre las sombras del callejón. Tenía la vaga esperanza de que Datsue la siguiera, pero tampoco podía estar completamente segura. Al fin y al cabo, ¿qué le ataba a ella? Ahora que ambos se habían ayudado mutuamente, con resultados inesperados, podían seguir su camino por separado. Sin embargo, Kunie había quedado intrigada con el chico. Quería saber más de él, de su historia, de qué llevaba a un shinobi de Takigakure recién graduado a buscarse la vida estafando a paletos por las calles de Notsuba.
Y, claro, luego estaban aquellos ojos del color de la sangre.
El sonido de la puerta al cerrarse la sacó de sus pensamientos. Kunie se giró y tuvo ante sí a Datsue, con las manchas de sangre de sus ropas bien ocultas, tal y como ella le había sugerido. Entonces reparó en un detalle, un pequeño pero llamativo detalle en el que, por alguna razón, no se había fijado hasta ese preciso momento. Sus ojos... ¿Qué significa esto?
- ¿Tienes algún sitio donde alojarte esta noche? - preguntó el Uchiha.
- Sí, tengo una habitación en un hostal de la ciudad. - respondió ella con cierta desgana. Acababa de reparar en lo cansada que la había dejado la breve aventura tabernaria.- Supongo que tú tampoco tendrás problemas, teniendo en cuenta la fortuna que te has embolsado hoy. Quédate con mi parte, no la necesito. - añadió, antes de que él pudiera decir nada.- Será mejor que nos esfumemos.
Empezó a caminar a paso ligero, perdiéndose entre las sombras del callejón. Tenía la vaga esperanza de que Datsue la siguiera, pero tampoco podía estar completamente segura. Al fin y al cabo, ¿qué le ataba a ella? Ahora que ambos se habían ayudado mutuamente, con resultados inesperados, podían seguir su camino por separado. Sin embargo, Kunie había quedado intrigada con el chico. Quería saber más de él, de su historia, de qué llevaba a un shinobi de Takigakure recién graduado a buscarse la vida estafando a paletos por las calles de Notsuba.
Y, claro, luego estaban aquellos ojos del color de la sangre.