8/08/2021, 18:16
Lyndis no dudo en unirse a la anciana, cogiendo la taza que le correspondía y brindando con ella después de haber bebido del tirón su tacita dejando escapar un fuerte suspiro, mientras apoyaba uno de sus brazos por encima del cabezal de la silla, sentada de mala forma, y con una pierna cruzada encima de la otra.
— Ah, déjala. Ya bebo yo por las dos — dijo cogiendo la que no le correspondía a ella, recortando entonces las distancia con su dueña legítima, y respondiendo en voz alta. — Las embarazadas no pueden beber.
Soltó quedándose tan ancha, sin pensar en las consecuencias como era habitual, y bebiéndose la segunda taza para soltar otro agudo grito de placer.
— Ah, déjala. Ya bebo yo por las dos — dijo cogiendo la que no le correspondía a ella, recortando entonces las distancia con su dueña legítima, y respondiendo en voz alta. — Las embarazadas no pueden beber.
Soltó quedándose tan ancha, sin pensar en las consecuencias como era habitual, y bebiéndose la segunda taza para soltar otro agudo grito de placer.