22/01/2016, 16:51
Lamento diferir tantas veces, pero es que... ¿Crees que prender fuego el barco, que seguramente se comenzará a hundir, nos va a dar tiempo a infiltrarnos y localizar el dinero sin que nadie nos vea? Sigo creyendo que hay maneras mas fáciles de resolverlo sin estar buscando dinero, que puede estar en cualquier parte, en un barco grande con tripulación hostil. Y además hay que sumarle, posiblemente, un combate contra alguien que seguramente tenga mayor nivel que nosotros. Y eso hay que hacerlo disimuladamente para no alertar al resto de bandidos.
El peliblanco escuchó atentamente cada palabra del monje. Puede que aquel chico de Ame no fuera muy osado e intrépido, pero lo compensaba siendo bastante prudente. De momentos le costaba comprender el por qué le preocupaban al calvo las vidas de bandidos como esos, pero aunque no llegase a entenderlo le seguía respetando.
—Se me ocurren un par de cosas —contestó al calvo.
Llamó a uno de los guardias de pueblo y le pidió que trajera a uno de los bandidos que habían quedado con vida. Sacarle información no costó mucho, unas cuantas bofetadas nada más. El sujeto les dijo que el capitán siempre contaba y revisaba el botín en cubierta, ya fuera en la proa o en la popa. Luego de que se le “convenciera” un poco más, le relató que para acercarse al barco sin ser atacados, utilizaban algunas señas específicas.
—Bueno, con eso ya tenemos una idea de cómo proceder —aseguro mientras se llevaban al sujeto—. Podemos disfrazarnos y acércanos al barco. Cuando estemos por abordar lanzamos la bomba por sobre cubierta, así solo creará un incendio pequeño que anula a los que están esperando. Luego solo queda recuperar el dinero, destrozar el timón, para que no puedan marcharse, y largarnos sin matar a nadie más.
—¿Qué te parece?
El peliblanco escuchó atentamente cada palabra del monje. Puede que aquel chico de Ame no fuera muy osado e intrépido, pero lo compensaba siendo bastante prudente. De momentos le costaba comprender el por qué le preocupaban al calvo las vidas de bandidos como esos, pero aunque no llegase a entenderlo le seguía respetando.
—Se me ocurren un par de cosas —contestó al calvo.
Llamó a uno de los guardias de pueblo y le pidió que trajera a uno de los bandidos que habían quedado con vida. Sacarle información no costó mucho, unas cuantas bofetadas nada más. El sujeto les dijo que el capitán siempre contaba y revisaba el botín en cubierta, ya fuera en la proa o en la popa. Luego de que se le “convenciera” un poco más, le relató que para acercarse al barco sin ser atacados, utilizaban algunas señas específicas.
—Bueno, con eso ya tenemos una idea de cómo proceder —aseguro mientras se llevaban al sujeto—. Podemos disfrazarnos y acércanos al barco. Cuando estemos por abordar lanzamos la bomba por sobre cubierta, así solo creará un incendio pequeño que anula a los que están esperando. Luego solo queda recuperar el dinero, destrozar el timón, para que no puedan marcharse, y largarnos sin matar a nadie más.
—¿Qué te parece?