11/08/2021, 01:35
Cada segundo que pasaba con Lyndis parecía hacerle sonrojar más y más, y parecía querer apartar la vista y mirarla al mismo tiempo.
"Soy... Un cielo... Soy un cielo... Una diosa..."
Aquellas palabras permanecieron por un muy largo rato en la mente de Ranko. La de la trenza no dijo nada mientras caminaban al cuarto. Ahora la cercanía de la peliplateada le daba... Cosquilleos en el estómago.
La habitación de Yuriko estaba pulcra, inmaculada, como si alguien la limpiara diariamente. Había un solitario futón en el centro de la pieza. Había un pequeño mueble con un espejo, y una mesita de noche con un jarrón y una solitaria flor en él. Sobre la mesita había una foto enmarcada, pero la oscuridad no le dejaba a Ranko verla bien.
La de la trenza recostó a Lyndis en el futón, con sumo cuidado.
—E-espera un momento, traeré m-mis... Nu-nuestras cosas.
La kunoichi fue a la entrada y movió todo su equipaje a la habitación, luego se dedicó a desempacar su bolsa de dormir. Porque obviamente había llevado una.
—E-esta vez la dejaré p-pasar, Lyndis, pe-pero... Pero me debes un combate, ¿Ok? Y n-nada más de sake e-en esta misión, ¿Ok?
Después de acomodar su saco, mientras hablaba, Ranko se había sentado al lado de la peliplateada. Sin querer, entrelazó miradas con la chica. Y su corazón dio un brinco.
—De-d-descansa. —pero Ranko no se movió.
"Soy... Un cielo... Soy un cielo... Una diosa..."
Aquellas palabras permanecieron por un muy largo rato en la mente de Ranko. La de la trenza no dijo nada mientras caminaban al cuarto. Ahora la cercanía de la peliplateada le daba... Cosquilleos en el estómago.
La habitación de Yuriko estaba pulcra, inmaculada, como si alguien la limpiara diariamente. Había un solitario futón en el centro de la pieza. Había un pequeño mueble con un espejo, y una mesita de noche con un jarrón y una solitaria flor en él. Sobre la mesita había una foto enmarcada, pero la oscuridad no le dejaba a Ranko verla bien.
La de la trenza recostó a Lyndis en el futón, con sumo cuidado.
—E-espera un momento, traeré m-mis... Nu-nuestras cosas.
La kunoichi fue a la entrada y movió todo su equipaje a la habitación, luego se dedicó a desempacar su bolsa de dormir. Porque obviamente había llevado una.
—E-esta vez la dejaré p-pasar, Lyndis, pe-pero... Pero me debes un combate, ¿Ok? Y n-nada más de sake e-en esta misión, ¿Ok?
Después de acomodar su saco, mientras hablaba, Ranko se había sentado al lado de la peliplateada. Sin querer, entrelazó miradas con la chica. Y su corazón dio un brinco.
—De-d-descansa. —pero Ranko no se movió.
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