12/08/2021, 13:38
Yota fue el primero en hablar. Al parecer, los tres shinobi se habían separado para recabar información en las tres ubicaciones donde se habían producido las desapariciones.
Él, por su parte, no encontró mucho más que el hogar de Kuro Waka, ahora carcomido por el paso del tiempo y sin muchas más pistas que algún rastro de sangre reseca. Hada asintió, sombría. Aquello era lo único que habían encontrado sus propios guardias cuando habían llevado a cabo la investigación del antiguo veterano.
Eri, por otro lado, se había dirigido hacia el lugar donde había desaparecido Taka Shigeru. En el parque no encontró más que un árbol partido pero, al parecer, y fuera del conocimiento de Hada, aquella misma noche se había producido otra desaparición. La de un niño pequeño de la aldea al que alguien había secuestrado y al que, aparentemente, habían conseguido sellar en el interior de una cueva.
—¡Ay, no, el pequeño Doro! —exclamó, llevándose las manos a la boca con gesto de horror—. ¿Pero quién era ese monstruo? ¿Y qué es eso de que le habéis... "sellado" en una cueva?
Estaba claro que la pobre mujer estaba lejos de conocer las artes de los shinobi.
Pero fue Daruu el que complementó el relato de su compañera. Pero entonces comenzó a relatar una historia que parecía estar sacada de un libro de historias de terror. La historia de un culto dedicado a Shiro Shinigami, el Purgador. Hada escuchaba, con los ojos abiertos como platos y la piel pálida como la cera.
—U... Un shinigami... —balbuceó. Entonces rompió a reír. Una risa nerviosa, casi histérica—. Muy... ¡Muy divertido, sí! Pero... creo que deberías reservarte esas historias para la Noche de la Cosecha. ¡A los niños les encantará!
Daruu formuló varias preguntas a Hada al respecto de aquel supuesto shinigami y su relación con las víctimas.
—Creo que me he perdido en algún punto de la historia... —confesó, abrumada—. Mira, las gentes de Yachi son gente de bien. ¡No hay ningún indigno ni nada por el estilo! La pobre anciana, Waka, Shigeru... ¡Por no hablar de Doro! ¡Calabazas, es un niño travieso, quizás con la mano un poco suelta, pero jamás le haría daño a una mosca!
Él, por su parte, no encontró mucho más que el hogar de Kuro Waka, ahora carcomido por el paso del tiempo y sin muchas más pistas que algún rastro de sangre reseca. Hada asintió, sombría. Aquello era lo único que habían encontrado sus propios guardias cuando habían llevado a cabo la investigación del antiguo veterano.
Eri, por otro lado, se había dirigido hacia el lugar donde había desaparecido Taka Shigeru. En el parque no encontró más que un árbol partido pero, al parecer, y fuera del conocimiento de Hada, aquella misma noche se había producido otra desaparición. La de un niño pequeño de la aldea al que alguien había secuestrado y al que, aparentemente, habían conseguido sellar en el interior de una cueva.
—¡Ay, no, el pequeño Doro! —exclamó, llevándose las manos a la boca con gesto de horror—. ¿Pero quién era ese monstruo? ¿Y qué es eso de que le habéis... "sellado" en una cueva?
Estaba claro que la pobre mujer estaba lejos de conocer las artes de los shinobi.
Pero fue Daruu el que complementó el relato de su compañera. Pero entonces comenzó a relatar una historia que parecía estar sacada de un libro de historias de terror. La historia de un culto dedicado a Shiro Shinigami, el Purgador. Hada escuchaba, con los ojos abiertos como platos y la piel pálida como la cera.
—U... Un shinigami... —balbuceó. Entonces rompió a reír. Una risa nerviosa, casi histérica—. Muy... ¡Muy divertido, sí! Pero... creo que deberías reservarte esas historias para la Noche de la Cosecha. ¡A los niños les encantará!
Daruu formuló varias preguntas a Hada al respecto de aquel supuesto shinigami y su relación con las víctimas.
—Creo que me he perdido en algún punto de la historia... —confesó, abrumada—. Mira, las gentes de Yachi son gente de bien. ¡No hay ningún indigno ni nada por el estilo! La pobre anciana, Waka, Shigeru... ¡Por no hablar de Doro! ¡Calabazas, es un niño travieso, quizás con la mano un poco suelta, pero jamás le haría daño a una mosca!
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