13/08/2021, 18:52
«Bueno, no se ha ido a meter en el mejor de los tugurios, pero no está haciendo nada malo...»
Amedama Daruu observaba desde la baranda de un balcón, un poco más allá, atravesando con su mirada blanca aquellos muros de roca y cemento. Parcialmente cegado por las luces de neón, parpadeó un par de veces mientras desactivaba su dōjutsu, y bajó a la calle junto a los demás transeúntes.
Los habitantes de Amegakure, como los de cualquier aldea ninja, estaban acostumbrados a dichos aterrizajes, pero aún así es imposible no ahogar un pequeño grito, asustarse cuando alguien cae a tu lado. A Daruu le pareció escuchar una expresión poco agradable sobre un oficio y sobre su madre, pero en este caso fue más que permisible.
—Perdón, perdón —se disculpó, de hecho. Le correspondieron con un gruñido parecido al de un bulldog. A decir verdad, el hombre también tenía un poco de cara de bulldog.
Daruu echó un último vistazo al bar. A la puerta, ya sin el Byakugan activo. Sonrió y se dio la vuelta, perdiéndose entre las calles y marchando hacia un lugar mucho más agradable. Quizás algún día invitase a Jun. Era un lugar mucho más apropiado.
La Pastelería de Kiroe-chan.
Amedama Daruu observaba desde la baranda de un balcón, un poco más allá, atravesando con su mirada blanca aquellos muros de roca y cemento. Parcialmente cegado por las luces de neón, parpadeó un par de veces mientras desactivaba su dōjutsu, y bajó a la calle junto a los demás transeúntes.
Los habitantes de Amegakure, como los de cualquier aldea ninja, estaban acostumbrados a dichos aterrizajes, pero aún así es imposible no ahogar un pequeño grito, asustarse cuando alguien cae a tu lado. A Daruu le pareció escuchar una expresión poco agradable sobre un oficio y sobre su madre, pero en este caso fue más que permisible.
—Perdón, perdón —se disculpó, de hecho. Le correspondieron con un gruñido parecido al de un bulldog. A decir verdad, el hombre también tenía un poco de cara de bulldog.
Daruu echó un último vistazo al bar. A la puerta, ya sin el Byakugan activo. Sonrió y se dio la vuelta, perdiéndose entre las calles y marchando hacia un lugar mucho más agradable. Quizás algún día invitase a Jun. Era un lugar mucho más apropiado.
La Pastelería de Kiroe-chan.