16/08/2021, 16:57
"Confía en mi... Ella confía."
Si hubiese habido más luz, se habría apreciado una enorme sonrisa en Ranko, como si ya hubiese olvidado lo que Lyndis había dicho a la ancianita.
—S-s-sí. D-descansa... Ahm... Waai-chan.
Ranko gritó mentalmente y se giró, dandole la espalda a Lyndis para que no viera lo sonrojada que estaba. Se regañó por estar actuando como una niñita, y se dijo que debía calmarse si no quería que su compañera la tratase como niña. Sin entender del todo por qué reaccionaba así, Ranko se durmió sonriente.
Soñó con conejos saltando en una pradera, corriendo alrededor de una persona enorme de cuernos y piel roja. Era alguien gentil que acariciaba a las criaturas con las yemas de los dedos, y reía al verlos ir de aquí a allá.
Cuando despertó, muy temprano, justo al salir el sol, ya había ruidos en la casa. Específicamente sonidos de trastos y agua en la cocina. Ranko abrió los ojos y se dio cuenta de que había girado durante la noche, quedando de frente a Lyndis. Se incorporó al instante, el cálido rubor ayudándole a despertar por completo.
—Eh... Ahm... Buenos... Buenos días, L-... Waai-chan. —dijo, todavía apenada por llamarla así. No entendía del todo por qué.
Esperaría a que la peliplateada despertara, o insistiría con movimientos en su hombro si ésta no reaccionaba. ¿Tendría resaca?
Si hubiese habido más luz, se habría apreciado una enorme sonrisa en Ranko, como si ya hubiese olvidado lo que Lyndis había dicho a la ancianita.
—S-s-sí. D-descansa... Ahm... Waai-chan.
Ranko gritó mentalmente y se giró, dandole la espalda a Lyndis para que no viera lo sonrojada que estaba. Se regañó por estar actuando como una niñita, y se dijo que debía calmarse si no quería que su compañera la tratase como niña. Sin entender del todo por qué reaccionaba así, Ranko se durmió sonriente.
Soñó con conejos saltando en una pradera, corriendo alrededor de una persona enorme de cuernos y piel roja. Era alguien gentil que acariciaba a las criaturas con las yemas de los dedos, y reía al verlos ir de aquí a allá.
Cuando despertó, muy temprano, justo al salir el sol, ya había ruidos en la casa. Específicamente sonidos de trastos y agua en la cocina. Ranko abrió los ojos y se dio cuenta de que había girado durante la noche, quedando de frente a Lyndis. Se incorporó al instante, el cálido rubor ayudándole a despertar por completo.
—Eh... Ahm... Buenos... Buenos días, L-... Waai-chan. —dijo, todavía apenada por llamarla así. No entendía del todo por qué.
Esperaría a que la peliplateada despertara, o insistiría con movimientos en su hombro si ésta no reaccionaba. ¿Tendría resaca?
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