20/08/2021, 20:02
(Última modificación: 20/08/2021, 20:03 por Amedama Daruu.)
Hubo un estallido. Una nube de humo blanco. Daruu sollozó. «¡Por favor, por favor, por favor!» Kōri, Zetsuo, Chiiro y Kiroe, todos tenían el corazón en un puño. Y entonces...
...entonces apareció Ayame, sucia, resollando, atada con unas esposas supresoras y con la mirada perdida.
—¡Ayame! —chilló Daruu. Probablemente los demás harían lo mismo. Prácticamente se abalanzó sobre ella, le dio la vuelta y la miró a los ojos. Pero los de Ayame miraban más allá—. ¡Ayame! ¿Qué ha pasado? Oh, gracias a Amenokami, gracias por haberme llamado, Zetsuo. Oh, dioses...
—Ayame...
—Ayame, ¿por qué lo has hecho? ¿Por qué volviste...?
...entonces apareció Ayame, sucia, resollando, atada con unas esposas supresoras y con la mirada perdida.
—¡Ayame! —chilló Daruu. Probablemente los demás harían lo mismo. Prácticamente se abalanzó sobre ella, le dio la vuelta y la miró a los ojos. Pero los de Ayame miraban más allá—. ¡Ayame! ¿Qué ha pasado? Oh, gracias a Amenokami, gracias por haberme llamado, Zetsuo. Oh, dioses...
—Ayame...
—Ayame, ¿por qué lo has hecho? ¿Por qué volviste...?