21/08/2021, 13:20
Sí, lo sabía. La intervención en el Hierro era de lo más delicada. No podían entrar a lo loco, sin pensar en las consecuencias. El camino a recorrer no estaba muy claro. A Datsue tampoco se le ocurría un plan de acción definido. Al contrario, la única certeza que poseía era que había que intentar hacer algo. La cuestión era el qué.
Hanabi desvió la conversación hacia otro problema gordo: las elecciones a la República. Datsue sabía que se celebrarían pronto, pero lo que no sabía era que los dos únicos candidatos que se habían presentado eran… Bueno, cuanto menos de dudosa reputación. El primero ya solo se presentaba por el hecho de que le tocaba por línea sucesoria. Empezar la República con el jodido sucesor a Daimyō era un mal chiste. Quizá fuese un buen tío, quizá hasta lo hiciese bien, pero desde luego el mensaje que se mandaba a Ōnindo era el de una pantomima, un simple lavado de cara para que después siguiesen mandando los mismos de siempre.
El otro candidato era todavía peor. Su propio hermano, un criminal confeso. Datsue no pudo evitar pensar en el propio Hanabi. Las semanas previas a que el Consejo de Sabio anunciase el sucesor a Shiona, el nombre de Hanabi se había comentado mucho por las calles. Se decía por aquel entonces que era un candidato muy válido, pero que los más viejos recelaban por la familia que le había tocado. Algunos con problemas de alcoholismo. Otros con antecedentes criminales. Nunca supo de qué tipo.
¿Era justo pagar por los pecados de otros? No, y Hanabi había demostrado ser la mejor persona para tomar el relevo a Shiona y Gouna. Quizá sucediese lo mismo con ese tal Tenko. O quizá ese líder que nunca habían encontrado era él. Menudo maldito riesgo. Todavía con los cimientos de la República por cuajar y hacerse, un maldito riesgo que no deberían correr.
Que el pueblo no debería correr.
—Joder, ¿pero en serio no hay un candidato más normal? Más… ¿confiable? —soltó, atónito—. No tengo duda de que a lo largo de la República no siempre se escogerá al más adecuado. Pero hostia, el primero es clave. Es quien tiene que sentar las bases y fortalecer la idea de la democracia. No puede ser que solo tengamos esas dos opciones.
Además, ¿qué pasaría si de verdad salía rana? ¿Irían y le matarían, como hicieron con el hijo de Rasen? Aunque estuviese justificado, aunque verdaderamente fuesen un mal para la Espiral, era una línea que no deberían volver a cruzar. Lo habían hecho una vez. Hacerlo dos veces y con alguien que el propio pueblo había escogido era…
Era un mensaje. De que los ninjas estaban por encima de todo y de todos. Y no podían lanzar ese mensaje. No si querían que la República de verdad funcionase.
Hanabi desvió la conversación hacia otro problema gordo: las elecciones a la República. Datsue sabía que se celebrarían pronto, pero lo que no sabía era que los dos únicos candidatos que se habían presentado eran… Bueno, cuanto menos de dudosa reputación. El primero ya solo se presentaba por el hecho de que le tocaba por línea sucesoria. Empezar la República con el jodido sucesor a Daimyō era un mal chiste. Quizá fuese un buen tío, quizá hasta lo hiciese bien, pero desde luego el mensaje que se mandaba a Ōnindo era el de una pantomima, un simple lavado de cara para que después siguiesen mandando los mismos de siempre.
El otro candidato era todavía peor. Su propio hermano, un criminal confeso. Datsue no pudo evitar pensar en el propio Hanabi. Las semanas previas a que el Consejo de Sabio anunciase el sucesor a Shiona, el nombre de Hanabi se había comentado mucho por las calles. Se decía por aquel entonces que era un candidato muy válido, pero que los más viejos recelaban por la familia que le había tocado. Algunos con problemas de alcoholismo. Otros con antecedentes criminales. Nunca supo de qué tipo.
¿Era justo pagar por los pecados de otros? No, y Hanabi había demostrado ser la mejor persona para tomar el relevo a Shiona y Gouna. Quizá sucediese lo mismo con ese tal Tenko. O quizá ese líder que nunca habían encontrado era él. Menudo maldito riesgo. Todavía con los cimientos de la República por cuajar y hacerse, un maldito riesgo que no deberían correr.
Que el pueblo no debería correr.
—Joder, ¿pero en serio no hay un candidato más normal? Más… ¿confiable? —soltó, atónito—. No tengo duda de que a lo largo de la República no siempre se escogerá al más adecuado. Pero hostia, el primero es clave. Es quien tiene que sentar las bases y fortalecer la idea de la democracia. No puede ser que solo tengamos esas dos opciones.
Además, ¿qué pasaría si de verdad salía rana? ¿Irían y le matarían, como hicieron con el hijo de Rasen? Aunque estuviese justificado, aunque verdaderamente fuesen un mal para la Espiral, era una línea que no deberían volver a cruzar. Lo habían hecho una vez. Hacerlo dos veces y con alguien que el propio pueblo había escogido era…
Era un mensaje. De que los ninjas estaban por encima de todo y de todos. Y no podían lanzar ese mensaje. No si querían que la República de verdad funcionase.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado