23/08/2021, 15:39
Al ver a Kintsugi apresurarse tanto, Ranko le dedicó un brevísimo saludo a Paddo, luego hizo un sello y se desvaneció en una nubecilla de humo.
Y Ranko estuvo completa de nuevo. Su postura se relajó levemente, y sus labios parecían querer sonreír: Kintsugi estaba en camino. Las palabras de Zaide le hicieron recordar algo. ¿De dónde era? ¿Lo había leído en un libro? ¿En una historieta? ¿En un poema?
”Decía: No porque tengas razón significa que estás en lo correcto. Creo que este es el caso.”
El Uchiha proyectó su chakra, derritiendo la nieve cercana, así que Ranko levantó levemente su wakizashi, más que preparada para atacar si hacía algo. ¿Sería de utilidad? Tal vez no. Pero al menos no le tomaría de sorpresa. O al menos eso esperaba.
—E imagino que aquellos en el estadio eran todos ricos asquerosos que merecían morir. ¿Aquellas familias destruidas? ¿Eran ellos Daimyo?
Y Ranko sonrió.
—¿A cuántos he matado? A nadie, Uchiha Zaide. Nunca he quitado una vida —Cuando mencionó la ruptura de relaciones entre las aldeas, Ranko recordó a todos sus amigos. Eri. Roga. Chika y Kimi. Jun. Takumi, aunque por breve tiempo. Ayame. No. Ella no había roto nada. Sus lazos seguían tan fuertes como antes. Sus amigos le daban la fuerza. Le daban la calma para enfrentar al monstruo —. Hablas a ciegas. Supones demasiado sobre el Conejo Blanco.
Y entonces ella llegó. Tan maravillosa como un hada, tan terrible como una bruja. Ranko se sintió inspirada y, por primera vez, apartó su mirada del Dragón rojo para fijarse en su líder por un instante. Sus ojos miel estaban más decididos, y su sonrisa más pronunciada que antes. Sentía como si pudiesen enfrentarse a Zaide juntas.
”Sí. ¡Sí! ¡Podríamos derrotarlo justo aquí y ahora!” pensó con suma confianza.
Hubo un intercambio inicial entre ambos, pero Ranko no dijo nada. Ahora las palabras le pertenecían a su Morikage. La genin no bajó la guardia, y seguía preparada para atacar al Uchiha si fuese necesario.
Y Ranko estuvo completa de nuevo. Su postura se relajó levemente, y sus labios parecían querer sonreír: Kintsugi estaba en camino. Las palabras de Zaide le hicieron recordar algo. ¿De dónde era? ¿Lo había leído en un libro? ¿En una historieta? ¿En un poema?
”Decía: No porque tengas razón significa que estás en lo correcto. Creo que este es el caso.”
El Uchiha proyectó su chakra, derritiendo la nieve cercana, así que Ranko levantó levemente su wakizashi, más que preparada para atacar si hacía algo. ¿Sería de utilidad? Tal vez no. Pero al menos no le tomaría de sorpresa. O al menos eso esperaba.
—E imagino que aquellos en el estadio eran todos ricos asquerosos que merecían morir. ¿Aquellas familias destruidas? ¿Eran ellos Daimyo?
Y Ranko sonrió.
—¿A cuántos he matado? A nadie, Uchiha Zaide. Nunca he quitado una vida —Cuando mencionó la ruptura de relaciones entre las aldeas, Ranko recordó a todos sus amigos. Eri. Roga. Chika y Kimi. Jun. Takumi, aunque por breve tiempo. Ayame. No. Ella no había roto nada. Sus lazos seguían tan fuertes como antes. Sus amigos le daban la fuerza. Le daban la calma para enfrentar al monstruo —. Hablas a ciegas. Supones demasiado sobre el Conejo Blanco.
Y entonces ella llegó. Tan maravillosa como un hada, tan terrible como una bruja. Ranko se sintió inspirada y, por primera vez, apartó su mirada del Dragón rojo para fijarse en su líder por un instante. Sus ojos miel estaban más decididos, y su sonrisa más pronunciada que antes. Sentía como si pudiesen enfrentarse a Zaide juntas.
”Sí. ¡Sí! ¡Podríamos derrotarlo justo aquí y ahora!” pensó con suma confianza.
Hubo un intercambio inicial entre ambos, pero Ranko no dijo nada. Ahora las palabras le pertenecían a su Morikage. La genin no bajó la guardia, y seguía preparada para atacar al Uchiha si fuese necesario.
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