24/01/2016, 16:36
—Soy de Taki, como tú —Y, como queriendo probar sus palabras, sacó a relucir su bandana ninja por unos breves instantes, ocultándola de nuevo en el portaobjetos—.
Kunie no pudo evitar apretar los dientes con una mueca de rabia. ¿Cómo he podido ser tan estúpida de no saber que estaba con un shinobi de mi propia Aldea?. Podría parecer que la procedencia de Datsue era irrelevante en todo lo que habían pasado aquella noche, pero para Kunie, era como una derrota. Su maestro siempre le recordaba de forma incansable que un buen ninja debía saber más acerca de los que le rodean que ellos mismos. A todos los efectos, el Uchiha le había ganado la mano y por mucho. Sin embargo, no estaba dispuesta a admitirlo y, así, no dijo nada.
. Y, como te dije en su momento, siempre pago mis deudas. Por eso estoy aquí —aseguró—. ¡20.000 ryos, nada menos! —exclamó el Uchiha, con pena—. Eso es lo que debo. Bueno, no yo, pero… En fin, es complicado. El caso es que hice mis sumas y para llegar a esa cantidad, con la mierda de salario que nos dan a los Gennins por cada misión, y descontando los gastos para renovar el armamento, comida, luz y demás mierda… Y contando además que la deuda se incrementa a cada mes que pasa por los intereses… Total, que tenía que buscar alternativas —terminó por resumir—. Así que por eso me dirijo hacia Shinogi-to. Allí haré el golpe perfecto —aseguró Datsue, y su mirada se encendió junto a sus palabras—. Un timo de los grandes, de los buenos. Uno de los que marcan época, y no la chapuza que me has obligado a hacer —terminó apostillando.
Si la kunoichi había sentido intriga, expectación, sorpresa o enfado por el monólogo de su acompañante, todo quedó eclipsado. Kunie pasó por cada uno de aquellos sentimientos. Intriga, de cómo podían los padres de Datsue haber contraído semejante deuda. Expectación, mientras el chico le relataba sus andanzas intentando reunir el dinero. Enfado, cuando, siendo él un vulgar engañaviejas, se atrevió a tachar su magnífico plan de 'chapuza'. Nada de eso importó, porque cuando Datsue aseguró que su plan era dar un golpe legendario en Shinogi-to, la chica estalló en carcajadas. Ni siquiera tuvo lugar de recordarse que estaban solos en la calle a las tantas de la madrugada. Simplemente tuvo que reír, y reír, y reír hasta que se quedó sin una pizca de aire en los pulmones.
Trató de parar, pero al hacer acopio de aire, otra nueva carcajada se le vino a los labios. Encorvó la espalda, atrapándose el vientre con ambas manos como si fuera a explotar. Siguió riendo un rato más a carcajada limpia hasta que por fin se detuvo, limpiándose los ojos llorosos.
- Ay... Ay... Perdona, de verdad... - trató de disculparse sin romper a reír otra vez.- Pero es que... Ay... Ha sido buenísimo. Por un momento me pareció que habías dicho que pensabas dar un gran golpe en Shinogi-to...
Tardó unos momentos en recobrar completamente la seriedad. Con la manga de su camisa se secó los ojos y la cara, empapados en lágrimas de risa.
- ¿Has estado alguna vez? Me imagino que no. - añadió, tajante.- Te ahorraré el viaje, Datsue-san. Comparado con Shinogi-to, el tipo más duro de Notsuba es una puta niñera. He visto de qué pasta estás hecho y, créeme, no es lo tuyo.
Kunie no pudo evitar apretar los dientes con una mueca de rabia. ¿Cómo he podido ser tan estúpida de no saber que estaba con un shinobi de mi propia Aldea?. Podría parecer que la procedencia de Datsue era irrelevante en todo lo que habían pasado aquella noche, pero para Kunie, era como una derrota. Su maestro siempre le recordaba de forma incansable que un buen ninja debía saber más acerca de los que le rodean que ellos mismos. A todos los efectos, el Uchiha le había ganado la mano y por mucho. Sin embargo, no estaba dispuesta a admitirlo y, así, no dijo nada.
. Y, como te dije en su momento, siempre pago mis deudas. Por eso estoy aquí —aseguró—. ¡20.000 ryos, nada menos! —exclamó el Uchiha, con pena—. Eso es lo que debo. Bueno, no yo, pero… En fin, es complicado. El caso es que hice mis sumas y para llegar a esa cantidad, con la mierda de salario que nos dan a los Gennins por cada misión, y descontando los gastos para renovar el armamento, comida, luz y demás mierda… Y contando además que la deuda se incrementa a cada mes que pasa por los intereses… Total, que tenía que buscar alternativas —terminó por resumir—. Así que por eso me dirijo hacia Shinogi-to. Allí haré el golpe perfecto —aseguró Datsue, y su mirada se encendió junto a sus palabras—. Un timo de los grandes, de los buenos. Uno de los que marcan época, y no la chapuza que me has obligado a hacer —terminó apostillando.
Si la kunoichi había sentido intriga, expectación, sorpresa o enfado por el monólogo de su acompañante, todo quedó eclipsado. Kunie pasó por cada uno de aquellos sentimientos. Intriga, de cómo podían los padres de Datsue haber contraído semejante deuda. Expectación, mientras el chico le relataba sus andanzas intentando reunir el dinero. Enfado, cuando, siendo él un vulgar engañaviejas, se atrevió a tachar su magnífico plan de 'chapuza'. Nada de eso importó, porque cuando Datsue aseguró que su plan era dar un golpe legendario en Shinogi-to, la chica estalló en carcajadas. Ni siquiera tuvo lugar de recordarse que estaban solos en la calle a las tantas de la madrugada. Simplemente tuvo que reír, y reír, y reír hasta que se quedó sin una pizca de aire en los pulmones.
Trató de parar, pero al hacer acopio de aire, otra nueva carcajada se le vino a los labios. Encorvó la espalda, atrapándose el vientre con ambas manos como si fuera a explotar. Siguió riendo un rato más a carcajada limpia hasta que por fin se detuvo, limpiándose los ojos llorosos.
- Ay... Ay... Perdona, de verdad... - trató de disculparse sin romper a reír otra vez.- Pero es que... Ay... Ha sido buenísimo. Por un momento me pareció que habías dicho que pensabas dar un gran golpe en Shinogi-to...
Tardó unos momentos en recobrar completamente la seriedad. Con la manga de su camisa se secó los ojos y la cara, empapados en lágrimas de risa.
- ¿Has estado alguna vez? Me imagino que no. - añadió, tajante.- Te ahorraré el viaje, Datsue-san. Comparado con Shinogi-to, el tipo más duro de Notsuba es una puta niñera. He visto de qué pasta estás hecho y, créeme, no es lo tuyo.