27/08/2021, 12:59
—Verás, tuve un encuentro con dos de tus ninjas —respondió Zaide, confirmando uno de los peores temores de la Morikage desde que el clon de Ranko le había informado de que había mencionado los nombres de Yota y Daigo—. Decidimos tener uno de esos combates de práctica. He oído que se hace mucho entre ninjas de distintas villas.
Kintsugi agachó la barbilla sin despegar los ojos de los hombros de Zaide. Su rostro, sumamente sombrío, era un fiel reflejo de lo que sentía.
«Un combate de entrenamiento. Por supuesto.» Repitió para sus adentros.
—Lamentablemente se nos fue un poco de las manos —continuó el Uchiha—. Yota acabó con un par de huesos rotos y Daigo… Bueno, Daigo está jodido. De hecho, la única buena noticia que puedo daros es que siguen vivos. De momento —culminó, con una última mirada a las dos kunoichis.
Kintsugi apretó las mandíbulas, controlando con su Calma la ira que bullía como un enjambre en su interior. Pero para Ranko no fue tan fácil. Kintsugi sintió su tensión, sus ganas de lanzarse contra Zaide con aquel espada que sostenía entre sus manos por delante.
—Maldito bastardo —le espetó la kunoichi, su voz bullendo de ira—. ¿¡Qué les has hecho!? ¿¡Dónde están!?
Kintsugi apoyó una mano en su hombro, tratando de transmitirle algo de serenidad. Lo último que necesitaba era que se lanzara contra Zaide. La kunoichi era fuerte, y su dominio del taijutsu así lo confirmaba, pero nada podría hacer frente a alguien como aquel Uchiha.
—Será mejor que respondas —replicó, alzando una mano hacia Zaide. Sobre uno de sus dedos, una mariposa batía sus alas con suma delicadeza—. O vas a tener que darme una muy buena razón para no enviarte un enjambre de mariposas ahora mismo.
Kintsugi agachó la barbilla sin despegar los ojos de los hombros de Zaide. Su rostro, sumamente sombrío, era un fiel reflejo de lo que sentía.
«Un combate de entrenamiento. Por supuesto.» Repitió para sus adentros.
—Lamentablemente se nos fue un poco de las manos —continuó el Uchiha—. Yota acabó con un par de huesos rotos y Daigo… Bueno, Daigo está jodido. De hecho, la única buena noticia que puedo daros es que siguen vivos. De momento —culminó, con una última mirada a las dos kunoichis.
Kintsugi apretó las mandíbulas, controlando con su Calma la ira que bullía como un enjambre en su interior. Pero para Ranko no fue tan fácil. Kintsugi sintió su tensión, sus ganas de lanzarse contra Zaide con aquel espada que sostenía entre sus manos por delante.
—Maldito bastardo —le espetó la kunoichi, su voz bullendo de ira—. ¿¡Qué les has hecho!? ¿¡Dónde están!?
Kintsugi apoyó una mano en su hombro, tratando de transmitirle algo de serenidad. Lo último que necesitaba era que se lanzara contra Zaide. La kunoichi era fuerte, y su dominio del taijutsu así lo confirmaba, pero nada podría hacer frente a alguien como aquel Uchiha.
—Será mejor que respondas —replicó, alzando una mano hacia Zaide. Sobre uno de sus dedos, una mariposa batía sus alas con suma delicadeza—. O vas a tener que darme una muy buena razón para no enviarte un enjambre de mariposas ahora mismo.