27/08/2021, 13:13
A Hanabi le tembló la mano cuando se la estrechó a Datsue. Él también lloraba. Le dolían los dientes de apretar la mandíbula. Acababa de sellar su jubilación como Kage de la villa a la que consideraba su hogar. La villa que desconfió de él tanto tiempo y que él se había ganado a pulso.
—Ganaré. Ganaré, Datsue. Tengo una petición para ti, eso sí —dijo—. Haz que el trabajo de Shiona... que mi trabajo, no sea en vano. Protege su espíritu hasta el final. Shiona no se metía en casi ningún fregado, y ahí yo discrepaba con ella. Tú discreparás conmigo en otras muchas cosas...
»Pero cada vez que des un paso, asegúrate que nuestras manos están soportando tu espalda. Desde mí, hasta Uzumaki Shiomaru. Hacia el mañana, sin olvidar el ayer. Ese es mi único consejo, y mi única petición.
—Ganaré. Ganaré, Datsue. Tengo una petición para ti, eso sí —dijo—. Haz que el trabajo de Shiona... que mi trabajo, no sea en vano. Protege su espíritu hasta el final. Shiona no se metía en casi ningún fregado, y ahí yo discrepaba con ella. Tú discreparás conmigo en otras muchas cosas...
»Pero cada vez que des un paso, asegúrate que nuestras manos están soportando tu espalda. Desde mí, hasta Uzumaki Shiomaru. Hacia el mañana, sin olvidar el ayer. Ese es mi único consejo, y mi única petición.