30/08/2021, 15:40
Ranko se mantuvo silenciosa en lo que Lyndis hacía un recuento de sus combates, asintiendo aquí y allá, sonriente de que la peliplateada se acordase de esas cosas.
—S-sí, tienes razón. Creo que supuse que u-un buen espadachín no sería fácil de desarmar. Aún tengo la cicatriz, je. ¡N-no, e-está bien! Si pudiera ver ese combate en tercera persona, posiblemente encontraría cosas en las que puedo mejorar.
Lyndis mencionó de nuevo que estaba fuera de forma en cuestión de práctica, aparte del ejercicio.
—Bueno... Cuando regresemos a Kusagakure puedes... Ahm... Podemos entrenar todas las mañanas. Di-digo, creo q-que sería mejor a ejercitarte sola. ¿N-no?
La castaña desvío la mirada también, aunque su sonrisa era fácilmente visible. De reojo reconoció el letrero de la posada, y tuvo que alzar la vista para confirmar.
—Llegamos.
Ranko abrió la puerta, mostrando una primera planta lugar no muy grande, pero sí acogedora. La de la trenza se alegró de que todos los destrozos de aquella vez hubiesen sido reparados ya. Un señor canoso, pero bien peinado, les recibió, saludando por detrás de mueble de recepción.
—Ah, bienvenidas, chicas, bienvenidas. ¿Cuarto para dos supongo? ¿Por cuánto tiempo se quedarán?
—S-sí, tienes razón. Creo que supuse que u-un buen espadachín no sería fácil de desarmar. Aún tengo la cicatriz, je. ¡N-no, e-está bien! Si pudiera ver ese combate en tercera persona, posiblemente encontraría cosas en las que puedo mejorar.
Lyndis mencionó de nuevo que estaba fuera de forma en cuestión de práctica, aparte del ejercicio.
—Bueno... Cuando regresemos a Kusagakure puedes... Ahm... Podemos entrenar todas las mañanas. Di-digo, creo q-que sería mejor a ejercitarte sola. ¿N-no?
La castaña desvío la mirada también, aunque su sonrisa era fácilmente visible. De reojo reconoció el letrero de la posada, y tuvo que alzar la vista para confirmar.
—Llegamos.
Ranko abrió la puerta, mostrando una primera planta lugar no muy grande, pero sí acogedora. La de la trenza se alegró de que todos los destrozos de aquella vez hubiesen sido reparados ya. Un señor canoso, pero bien peinado, les recibió, saludando por detrás de mueble de recepción.
—Ah, bienvenidas, chicas, bienvenidas. ¿Cuarto para dos supongo? ¿Por cuánto tiempo se quedarán?
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