31/08/2021, 18:12
—Los ataques que habíamos visto eran como mucho de dos a cuatro personas. Lo de hoy sin duda fue algo excepcional — De pronto bostezó, y le dió una buena palmada a la chica en la espalda. —Ten una buena noche ahora, kunoichi-san— Dejaría a la chica en la caseta.
Al cruzar la puerta, vería que el enfermero aún estaba atendiendo al cocinero, arreglándole el vendaje. Realmente se trataba de otro de los tantos trabajadores de la construcción, así que no esperabas que él fuera de los que hacía de médico del equipo también.
—Ah, kunoichi-san. Ahorita mismo te atiendo, deja que terminó aquí de apretar esto y te ayudo — Tiró del vendaje.
—¡AHHHHHHHH MIS COSTILLAS! — Se quejó el muchacho más delgado.
—Ya hombre, que debe ir apretado. Y recuerda, que te lo debo cambiar una vez al día así que no te vayas a intentar escapar mañana de mi — Le pegó una palmada en la espalda.
—Creí que me iban a poner un vendaje, no un corsé — Se levantó, y caminó hasta la puerta, haciendo una reverencia para despedirse de la chica y cruzando por la salida.
El médico parecía terminar de organizar sus cosas entre tanto.
—Anda, siéntate en la camilla, que tengo que ver como estás. Me han dicho que caíste del precipicio; es literalmente un milagro que hayas llegado aquí caminando — Asintió para sí mismo.
Al cruzar la puerta, vería que el enfermero aún estaba atendiendo al cocinero, arreglándole el vendaje. Realmente se trataba de otro de los tantos trabajadores de la construcción, así que no esperabas que él fuera de los que hacía de médico del equipo también.
—Ah, kunoichi-san. Ahorita mismo te atiendo, deja que terminó aquí de apretar esto y te ayudo — Tiró del vendaje.
—¡AHHHHHHHH MIS COSTILLAS! — Se quejó el muchacho más delgado.
—Ya hombre, que debe ir apretado. Y recuerda, que te lo debo cambiar una vez al día así que no te vayas a intentar escapar mañana de mi — Le pegó una palmada en la espalda.
—Creí que me iban a poner un vendaje, no un corsé — Se levantó, y caminó hasta la puerta, haciendo una reverencia para despedirse de la chica y cruzando por la salida.
El médico parecía terminar de organizar sus cosas entre tanto.
—Anda, siéntate en la camilla, que tengo que ver como estás. Me han dicho que caíste del precipicio; es literalmente un milagro que hayas llegado aquí caminando — Asintió para sí mismo.