1/09/2021, 09:56
(Última modificación: 1/09/2021, 09:56 por Aotsuki Ayame.)
—Vaya. Esa frase es más propia de Zetsuo que de ti. Das miedo, sensei —comentó Daruu. Parecía haber intentado sonar divertido, pero en el último momento le tembló la voz. Incluso hizo el amago de acercarse más a Kōri, pero se quedó a mitad de camino.
—Es normal. Soy su hijo —respondió él, encogiéndose de hombros ante la evidencia.
Aunque lo cierto era, y nunca lo admitiría bajo aquel techo, que se había querido mostrar más brusco de lo normal ante su pupilo, sólo para probar su determinación ante aquellas palabras. Después de todo, un Kage no podía permitirse el lujo de dudar o cambiar de opinión conforme cambia el viento.
—¿Sabes? Le prometí un combate. A ella —especificó, refiriéndose claramente a Yui sin nombrarla—. Me quedaré con la ilusión para siempre. Pero también quería medirme contra ti, sensei. Desde hace mucho tiempo. No sabes cuánto. —Daruu sonrió, afable—. Kōri-sensei. Ayame tardará un tiempo en recuperar la compostura, y seguro que Shanise no se conforma con un quizá, por mucho que todos sepamos lo que ha ocurrido. Podemos tener este duelo ahora. Quizás me ayude a... relajarme. Pero si prefieres esperar, quiero que sepas que yo no lo haré, y en cuanto se confirmen nuestras sospechas me ofreceré a la señora Arashikage... Tormenta.
Kōri le miró largamente, antes de responder. Sus ojos viraron de Darius hacia la dirección por la que habia desaparecido su padre con su hermana.
—Hoy no —decidió al fin—. No sabemos cuándo despertará Ayame... Ni lo que ocurrirá cuando eso suceda. Necesitamos esa información, su información. Y aún está el asunto de Kokuō... —añadió.
No. Era demasiado pronto para ponerse a combatir. Ambos tenían los sentimientos a flor de piel y había demasiadas incógnitas sin resolver. No podrían concentrarse adecuadamente.
—Dejémoslo para mañana. Al amanecer. Supongo que podrás esperar hasta mañana.
—Es normal. Soy su hijo —respondió él, encogiéndose de hombros ante la evidencia.
Aunque lo cierto era, y nunca lo admitiría bajo aquel techo, que se había querido mostrar más brusco de lo normal ante su pupilo, sólo para probar su determinación ante aquellas palabras. Después de todo, un Kage no podía permitirse el lujo de dudar o cambiar de opinión conforme cambia el viento.
—¿Sabes? Le prometí un combate. A ella —especificó, refiriéndose claramente a Yui sin nombrarla—. Me quedaré con la ilusión para siempre. Pero también quería medirme contra ti, sensei. Desde hace mucho tiempo. No sabes cuánto. —Daruu sonrió, afable—. Kōri-sensei. Ayame tardará un tiempo en recuperar la compostura, y seguro que Shanise no se conforma con un quizá, por mucho que todos sepamos lo que ha ocurrido. Podemos tener este duelo ahora. Quizás me ayude a... relajarme. Pero si prefieres esperar, quiero que sepas que yo no lo haré, y en cuanto se confirmen nuestras sospechas me ofreceré a la señora Arashikage... Tormenta.
Kōri le miró largamente, antes de responder. Sus ojos viraron de Darius hacia la dirección por la que habia desaparecido su padre con su hermana.
—Hoy no —decidió al fin—. No sabemos cuándo despertará Ayame... Ni lo que ocurrirá cuando eso suceda. Necesitamos esa información, su información. Y aún está el asunto de Kokuō... —añadió.
No. Era demasiado pronto para ponerse a combatir. Ambos tenían los sentimientos a flor de piel y había demasiadas incógnitas sin resolver. No podrían concentrarse adecuadamente.
—Dejémoslo para mañana. Al amanecer. Supongo que podrás esperar hasta mañana.