1/09/2021, 18:21
(Última modificación: 1/09/2021, 21:45 por Akamatsu Nao. Editado 2 veces en total.)
Inicios de invierno, aunque el frío del ambiente desaparecería en cuanto llegase a su destino. Mientras que para algunos aquella época representaba la llegada del frío, en el País del Viento aquello no era más que la esperanza de las lluvias ocasionales que formaban parte del ciclo de la vida en el mundo de arena. Aunque la vida en aquellos lares se había vuelto en un día a día rodeado de mayor miseria ahora que una nueva guerra civil a estallado y las facciones se pelean por alcanzar una vez más el poder.
¿Quién llegase al poder devolvería la estabilidad al país? Eso era, dudoso. Muchos ya habían perdido la fe en sus autoridades y por eso recurrían a sus propios recursos para poder sobrevivir independientemente de quién tomara el mando.
Aquí es donde empieza nuestra historia, con un viaje en tren cuya última parada sería un pequeño pueblito en la zona boscosa del País del Fuego. Más allá de eso, el camino había desaparecido. Detrás de la seguridad de los cristales del vagones del tren, podía observar los árboles pasar mientras el viajaba en toda comodidad. Era incluso un ambiente, fresco respecto al exterior.
Tendría una última oportunidad para leer el pergamino, antes de encontrase con la persona que debía reunirse.
El ambiente estaba en silencio, sin contar claro el traqueteo del ferrocarril. Aún así, se sentía un ambiente tenso. Serían unos instantes en los que sentiría un aire frío en su piel mientras cruzaba al vagón privado, siendo que adentro le esperaba una muchacha: Sus cabellos eran de rojo fuego, y su mirada de marrón oscuro. Pese a que lucía de no más de dieciocho años, su expresión era dura. Sus ropas eran sencillas: Una falda larga de color corinto, unas botas cortas de cuero café y algo de tacón, una blusa blanca de manga larga con adornos de encaje en los bordes y un sombrero de paja.
Estaba sentada, bebiendo una taza de té.
¿Quién llegase al poder devolvería la estabilidad al país? Eso era, dudoso. Muchos ya habían perdido la fe en sus autoridades y por eso recurrían a sus propios recursos para poder sobrevivir independientemente de quién tomara el mando.
Aquí es donde empieza nuestra historia, con un viaje en tren cuya última parada sería un pequeño pueblito en la zona boscosa del País del Fuego. Más allá de eso, el camino había desaparecido. Detrás de la seguridad de los cristales del vagones del tren, podía observar los árboles pasar mientras el viajaba en toda comodidad. Era incluso un ambiente, fresco respecto al exterior.
Tendría una última oportunidad para leer el pergamino, antes de encontrase con la persona que debía reunirse.
El ambiente estaba en silencio, sin contar claro el traqueteo del ferrocarril. Aún así, se sentía un ambiente tenso. Serían unos instantes en los que sentiría un aire frío en su piel mientras cruzaba al vagón privado, siendo que adentro le esperaba una muchacha: Sus cabellos eran de rojo fuego, y su mirada de marrón oscuro. Pese a que lucía de no más de dieciocho años, su expresión era dura. Sus ropas eran sencillas: Una falda larga de color corinto, unas botas cortas de cuero café y algo de tacón, una blusa blanca de manga larga con adornos de encaje en los bordes y un sombrero de paja.
Estaba sentada, bebiendo una taza de té.