25/01/2016, 18:04
El constante chapoteo de agua que generaban los remos se estaba convirtiendo en algo tranquilizador para el calvo. Veía el barco cada vez mas grande pero no pensaba en eso ni en lo que sucedería minutos después, estaba absorto en su pensamientos de tranquilidad. Era como la calma que precede a la tormenta.
Con su tercer integrante remando junto a él, con una sincronización tan perfecta que casi parecían espejos, Kazuma pudo romper la paz interior de Karamaru al hablar y romper el silencio. A lo único que se refirió en su discurso fue al plan que había ideado. Era algo bastante simple y podría funcionar sin complicaciones. Se revoleaba el barril al barco y Kazuma lo hacia estallar a la distancia con un sello que había colocado. Al calvo le tocaba lo primero y al apoyo simplemente cuidar el bote. Seguramente no se esperaba eso pero tenía que seguir las órdenes del que dirigía la infiltración.
Sin problema- respondió el monje a la misma vez que asentía con la cabeza.
Karamaru se preparaba mentalmente para el abordaje. Seguramente encontraría muertos, personas corriendo en llamas, gritos por doquier y eso que solamente en el interior supuestamente habrían solo diez personas. Diez personas que no se esperaban lo que le iba a caer encima dentro de tan poco tiempo.
El bote se acercó cada vez más y más hasta estar lo suficientemente cerca del barco como para que los tripulantes se comunicaran con los miembros de la embarcación mas pequeña. Unos movimientos de un farol por un lado, unas señas por el otro, y todo estaba arreglado. Al ver que las negociaciones habían surtido efecto dejo al guardia de la aldea remando solo mientras él tomaba el barril con las manos esperando la orden de su compañero.
Vio la soga caer y un grito rompió la tensión del ambiente.
¡Ahora!
El recipiente de madera salió volando por los aires tan rápido como el calvo se podía permitir. Los bandidos que se asomaban al borde del barco, lejos de poder reaccionar, vieron como volaba por encima de sus cabezas para llegar al centro de la embarcación, momento en el cual el sello hizo efecto y todo se llenó de fuego. La explosión movió las aguas de alrededor y bloqueó como un destello la vista de los que estaban cerca. Las velas se consumían mientras se escuchaban los heridos de metralla. Gritos desgarradores contaminaban el aire que se respiraba. Las cenizas daban vueltas para infiltrarse en las narices de cualquiera que estuviese cerca. La amenaza ya no serían los pocos tripulantes, si no el tiempo restante que les quedaba antes de que el barco ardiera por completo y se hundiera bajo el agua para pasar al olvido. Como si fuese una simple pesadilla de una noche para los habitantes de al aldea a la que defendían.
Tras esperar el sonido del segundo contenedor estallando, para asegurarse de no recibir metralla, Karamaru saltó hacia el interior del barco. Tendrían que entrar y salir velozmente sin perder tiempo alguno, había que esquivar las llamaradas de fuego que surgían por todas partes. Si la división de tareas resultaba efectiva dentro de poco lo sabrían.
Sin esperar a comprobar que Kazuma estuviese a su lado, sin siquiera decirle hacía donde iría, comenzó a correr para el frente del barco deseando que el peliblanco ya lo hubiese mirado y se dirigiese hacia la otra dirección.
¿Dónde podrán esconder el dinero?- pensaba el calvo mientras miraba rápidamente para todos lados tratando de encontrar algún lugar relevante. En su vista se encontraban los cuerpos prendidos fuegos, sangre por doquier y unas llamas que le estaban cerrando el camino. ¿Y si el fuego había quemado el dinero?
Con su tercer integrante remando junto a él, con una sincronización tan perfecta que casi parecían espejos, Kazuma pudo romper la paz interior de Karamaru al hablar y romper el silencio. A lo único que se refirió en su discurso fue al plan que había ideado. Era algo bastante simple y podría funcionar sin complicaciones. Se revoleaba el barril al barco y Kazuma lo hacia estallar a la distancia con un sello que había colocado. Al calvo le tocaba lo primero y al apoyo simplemente cuidar el bote. Seguramente no se esperaba eso pero tenía que seguir las órdenes del que dirigía la infiltración.
Sin problema- respondió el monje a la misma vez que asentía con la cabeza.
Karamaru se preparaba mentalmente para el abordaje. Seguramente encontraría muertos, personas corriendo en llamas, gritos por doquier y eso que solamente en el interior supuestamente habrían solo diez personas. Diez personas que no se esperaban lo que le iba a caer encima dentro de tan poco tiempo.
El bote se acercó cada vez más y más hasta estar lo suficientemente cerca del barco como para que los tripulantes se comunicaran con los miembros de la embarcación mas pequeña. Unos movimientos de un farol por un lado, unas señas por el otro, y todo estaba arreglado. Al ver que las negociaciones habían surtido efecto dejo al guardia de la aldea remando solo mientras él tomaba el barril con las manos esperando la orden de su compañero.
Vio la soga caer y un grito rompió la tensión del ambiente.
¡Ahora!
El recipiente de madera salió volando por los aires tan rápido como el calvo se podía permitir. Los bandidos que se asomaban al borde del barco, lejos de poder reaccionar, vieron como volaba por encima de sus cabezas para llegar al centro de la embarcación, momento en el cual el sello hizo efecto y todo se llenó de fuego. La explosión movió las aguas de alrededor y bloqueó como un destello la vista de los que estaban cerca. Las velas se consumían mientras se escuchaban los heridos de metralla. Gritos desgarradores contaminaban el aire que se respiraba. Las cenizas daban vueltas para infiltrarse en las narices de cualquiera que estuviese cerca. La amenaza ya no serían los pocos tripulantes, si no el tiempo restante que les quedaba antes de que el barco ardiera por completo y se hundiera bajo el agua para pasar al olvido. Como si fuese una simple pesadilla de una noche para los habitantes de al aldea a la que defendían.
Tras esperar el sonido del segundo contenedor estallando, para asegurarse de no recibir metralla, Karamaru saltó hacia el interior del barco. Tendrían que entrar y salir velozmente sin perder tiempo alguno, había que esquivar las llamaradas de fuego que surgían por todas partes. Si la división de tareas resultaba efectiva dentro de poco lo sabrían.
Sin esperar a comprobar que Kazuma estuviese a su lado, sin siquiera decirle hacía donde iría, comenzó a correr para el frente del barco deseando que el peliblanco ya lo hubiese mirado y se dirigiese hacia la otra dirección.
¿Dónde podrán esconder el dinero?- pensaba el calvo mientras miraba rápidamente para todos lados tratando de encontrar algún lugar relevante. En su vista se encontraban los cuerpos prendidos fuegos, sangre por doquier y unas llamas que le estaban cerrando el camino. ¿Y si el fuego había quemado el dinero?
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘