1/09/2021, 22:20
La sonrisa se borró de la los labios de la joven, suspirando. Dejó a un lado su sombrero, y tomó de nuevo la taza de té.
—Y yo que pensaba que podía olvidarme al menos unos minutos de esta guerra, pero bueno — Miró a los ojos a Kaido. —En efecto. Mi pueblo vivía del turismo, así que ya te imaginas el desastre que esto conlleva. Organizábamos un evento de carreras cada invierno que incluso atraía extranjeros, pero veo que este año no se va a poder realizar.
Homura dejó la taza en la mesa, se puso en pie y caminó hasta la ventana, observando el paisaje exterior mientras hablaba.
—Aquí es donde entra Bandō. Apodado "caballero" por muchos, aunque como mucho se trata de un bandido glorificado — Encogió los hombros. —Realmente tenía un mal historial como saqueador, pero con el tiempo quiso redimirse y se convirtió un ladrón benevolente que robaba a los ricos para dárselos a los pobres. Con la llegada del ferrocarril, pasó de asaltante de caravanas a asaltante de trenes. ¿Una historia romántica eh? — Se giró hasta Kaido y se volvió a sentar.
—Bandō es originario de nuestra ciudad, y cuando estalló la guerra fue el primero que quiso ponernos a salvo. Para solventar nuestra situación, empezó a vender armas de su vieja colección para mantener lo más a raya posible a los distintos partidarios que buscan hacerse con el poder. Pero empezó a darse cuenta de que la neutralidad iba a ser inútil. Como Regente de la ciudad, me ayudó a escapar del país. Me dijo que volvería al Viento para actuar como mercenario y proteger a los desplazados que han estado huyendo de sus lugares de origen, pero parece ser que una de las guerrillas con las que negoció, lo atrapó. No fue en el Viento; encontré su caballo vagando por los bosques, así que lo apresaron aquí mismo en el Fuego y se lo llevaron. Eso me da pauta a saber que no lo han matado, sino que lo llevaron para lo que sea que quieran usarlo — Hizo una pausa para servir té, pero tras sostener la jarra, desistió de hacerlo. —Dunas Cambiantes es una de las tantas guerrillas que pululan alrededor de la capital. Sólo sé que se han apoderado de unos pozos de agua subterránea al oeste de Inaka. Tráeme a Bandō. Estaré esperando en este pueblo fronterizo al que nos dirigimos. Sólo te advierto, que Bandō es algo terco. Si insiste en regresar a Shirotora o algo, me da igual que le pegues un par de golpes en su duro coco. Sólo no lo mates ni le rompas un hueso.
El tren empezó a bajar velocidad, indicando que estaban por llegar a su última parada.
—Y yo que pensaba que podía olvidarme al menos unos minutos de esta guerra, pero bueno — Miró a los ojos a Kaido. —En efecto. Mi pueblo vivía del turismo, así que ya te imaginas el desastre que esto conlleva. Organizábamos un evento de carreras cada invierno que incluso atraía extranjeros, pero veo que este año no se va a poder realizar.
Homura dejó la taza en la mesa, se puso en pie y caminó hasta la ventana, observando el paisaje exterior mientras hablaba.
—Aquí es donde entra Bandō. Apodado "caballero" por muchos, aunque como mucho se trata de un bandido glorificado — Encogió los hombros. —Realmente tenía un mal historial como saqueador, pero con el tiempo quiso redimirse y se convirtió un ladrón benevolente que robaba a los ricos para dárselos a los pobres. Con la llegada del ferrocarril, pasó de asaltante de caravanas a asaltante de trenes. ¿Una historia romántica eh? — Se giró hasta Kaido y se volvió a sentar.
—Bandō es originario de nuestra ciudad, y cuando estalló la guerra fue el primero que quiso ponernos a salvo. Para solventar nuestra situación, empezó a vender armas de su vieja colección para mantener lo más a raya posible a los distintos partidarios que buscan hacerse con el poder. Pero empezó a darse cuenta de que la neutralidad iba a ser inútil. Como Regente de la ciudad, me ayudó a escapar del país. Me dijo que volvería al Viento para actuar como mercenario y proteger a los desplazados que han estado huyendo de sus lugares de origen, pero parece ser que una de las guerrillas con las que negoció, lo atrapó. No fue en el Viento; encontré su caballo vagando por los bosques, así que lo apresaron aquí mismo en el Fuego y se lo llevaron. Eso me da pauta a saber que no lo han matado, sino que lo llevaron para lo que sea que quieran usarlo — Hizo una pausa para servir té, pero tras sostener la jarra, desistió de hacerlo. —Dunas Cambiantes es una de las tantas guerrillas que pululan alrededor de la capital. Sólo sé que se han apoderado de unos pozos de agua subterránea al oeste de Inaka. Tráeme a Bandō. Estaré esperando en este pueblo fronterizo al que nos dirigimos. Sólo te advierto, que Bandō es algo terco. Si insiste en regresar a Shirotora o algo, me da igual que le pegues un par de golpes en su duro coco. Sólo no lo mates ni le rompas un hueso.
El tren empezó a bajar velocidad, indicando que estaban por llegar a su última parada.
