1/09/2021, 23:45
Homura suspirō.
—¿Quieres plata extra eh?— Se llevó los dedos al entrecejo. —Me lo advirtieron, ¿eh? Me lo advirtieron. Cuando negocié la misión, traté de convencerlos que los shinobi con los que te enfrentarías no serían la gran cosa, o al menos ese es el criterio que usé. Realmente, Bandō tenía en cuenta esto. No creas que en sus tiempos de malhechor no habían mandado a algún par de niñatos shinobi a por él, pero se le da bien escaquearse y huir por patas. Eso sí, en este caso y ante una posible desventaja numérica, era obvio que iba a caer. Eso es lo que intuyo por las huellas que hallé. Igual, aunque me pidas más, no tengo para pagártela. Pero si me traes a Bandō, podrás tener no solo plata extra, sino algún regalito de su armería personal. Ya si eso le voy a exprimir algunos ryōs a Bandó que estoy segura que aún tiene algo de platita guardada para él, que no le creo que haya sido totalmente benevolente de darla a la caridad.
Levantó ambas piernas, y las puso cruzadas en la mesa. Ya no tenía interés en comportarse como una señorita adecuada.
—Me gusta que las cosas se hagan a mi manera, o no se hacen — Se reclinó en el asiento. —Cuando cruzamos, realmente lo hicimos por el sur. Específicamente, por mar, rodeando el continente y evitándonos cruzar el río — Empezó a mover el pie. —Sé que es fastidioso, lo entiendo. Puedo facilitarte viaje por el mar, pero no atracarías en el puerto principal porque obviamente es zona de conflicto. Sería hasta mi pueblo, Shirotora. Los oasis, se encuentran en alguna zona al norte de donde se encontraba la antigua estación que provenía del País de la Lluvia — Parecía sudar, por lo que tomó su sombrero y empezó a abanicarse. —No quería darte esta ruta, porque si vas desde Shirotora y te descubren, van a ir a la ciudad y aún tengo a mi hermano ahí — Finalmente gruñó y pataleó, para luego dejar toda la cara escondida bajo el sombrero. —Puedes intentar ir por el norte, pues algunos de los miembros de la pandilla de Bandō están ahí y te pueden ayudar a cruzar. Eso es lo que se han mantenido haciendo para ayudar a los refugiados que huyen. Dime por cuál de los dos lados te parece mejor. Si es por el sur, déjame hacer una llamada nomás nos bajemos de aquí y mañana mismo me aseguraeré que puedas zarpar. Sí prefieres rodear por el norte, te daré indicaciones para que localices a los muchachos — Suspiró. —Si por mi fuera te diría que tomaras el norte, pues los chicos incluso te pueden ayudar a localizar los pozos. Aunque tendrías más problemas. Por mar es más seguro, pero corro riesgo de que sepan de donde se giró la orden de rescatar a Bandō y no quiero represalias... Realmente no quiero involucrarme más en una guerra cuyo ganador no me importa, pues las condiciones de mi pueblo no van a cambiar sea quién sea el que gane...
La chica parecía rendida, desparramada entre la mesa y el asiento.
—Ya regateé demasiado para que no me cobraran una misión de rango A, no quiero gastar más energía mental contigo intentando convencerte. Decide lo que te plazca.
—¿Quieres plata extra eh?— Se llevó los dedos al entrecejo. —Me lo advirtieron, ¿eh? Me lo advirtieron. Cuando negocié la misión, traté de convencerlos que los shinobi con los que te enfrentarías no serían la gran cosa, o al menos ese es el criterio que usé. Realmente, Bandō tenía en cuenta esto. No creas que en sus tiempos de malhechor no habían mandado a algún par de niñatos shinobi a por él, pero se le da bien escaquearse y huir por patas. Eso sí, en este caso y ante una posible desventaja numérica, era obvio que iba a caer. Eso es lo que intuyo por las huellas que hallé. Igual, aunque me pidas más, no tengo para pagártela. Pero si me traes a Bandō, podrás tener no solo plata extra, sino algún regalito de su armería personal. Ya si eso le voy a exprimir algunos ryōs a Bandó que estoy segura que aún tiene algo de platita guardada para él, que no le creo que haya sido totalmente benevolente de darla a la caridad.
Levantó ambas piernas, y las puso cruzadas en la mesa. Ya no tenía interés en comportarse como una señorita adecuada.
—Me gusta que las cosas se hagan a mi manera, o no se hacen — Se reclinó en el asiento. —Cuando cruzamos, realmente lo hicimos por el sur. Específicamente, por mar, rodeando el continente y evitándonos cruzar el río — Empezó a mover el pie. —Sé que es fastidioso, lo entiendo. Puedo facilitarte viaje por el mar, pero no atracarías en el puerto principal porque obviamente es zona de conflicto. Sería hasta mi pueblo, Shirotora. Los oasis, se encuentran en alguna zona al norte de donde se encontraba la antigua estación que provenía del País de la Lluvia — Parecía sudar, por lo que tomó su sombrero y empezó a abanicarse. —No quería darte esta ruta, porque si vas desde Shirotora y te descubren, van a ir a la ciudad y aún tengo a mi hermano ahí — Finalmente gruñó y pataleó, para luego dejar toda la cara escondida bajo el sombrero. —Puedes intentar ir por el norte, pues algunos de los miembros de la pandilla de Bandō están ahí y te pueden ayudar a cruzar. Eso es lo que se han mantenido haciendo para ayudar a los refugiados que huyen. Dime por cuál de los dos lados te parece mejor. Si es por el sur, déjame hacer una llamada nomás nos bajemos de aquí y mañana mismo me aseguraeré que puedas zarpar. Sí prefieres rodear por el norte, te daré indicaciones para que localices a los muchachos — Suspiró. —Si por mi fuera te diría que tomaras el norte, pues los chicos incluso te pueden ayudar a localizar los pozos. Aunque tendrías más problemas. Por mar es más seguro, pero corro riesgo de que sepan de donde se giró la orden de rescatar a Bandō y no quiero represalias... Realmente no quiero involucrarme más en una guerra cuyo ganador no me importa, pues las condiciones de mi pueblo no van a cambiar sea quién sea el que gane...
La chica parecía rendida, desparramada entre la mesa y el asiento.
—Ya regateé demasiado para que no me cobraran una misión de rango A, no quiero gastar más energía mental contigo intentando convencerte. Decide lo que te plazca.