1/09/2021, 23:57
Ranko alzó la mirada. Kintsugi también lloraba. Por supuesto, era de lo más difícil para un líder. Y aún así, se mantenía estoica. Su mano en el hombro fue la mar de reconfortante. Sus palabras fueron dolorosas, pero sabias. Tenía razón. Era lo mejor para la Aldea. Por más que le doliera el corazón, por más que llorara por sus amigos. No podía dar al resto de la villa a cambio. ¿No? Si su familia de pronto no tuviera qué comer por culpa de unos desconocidos...
Kintsugi apretó su hombro, y Ranko colocó su mano encima de la de la líder.
—No, mi Señora —La furia parecía tomar parte de la voz de Ranko, al igual que la tristeza —. Un sacrificio se hace con un bien como objetivo. Lo de Yota y Daigo no es un sacrificio. Es un vil asesinato —La decisión podía verse debajo de las lágrimas de la castaña. Tal como aquella vez bajo los escombros en el Valle de los dojos, Kintsugi le inspiraba a transformar aquellos sentimientos de ira para resistir y avanzar más —. Y será obra y culpa de Uchiha Zaide. De nadie más.
Las lágrimas seguían fluyendo por las mejillas morenas de Ranko, pero sus puños apretaban como nunca. Se sentía quebrada, y por ello mismo sentía que debía permanecer de pie. Asintió cuando Kintsugi le dijo que le necesitaría. En otra situación, se habría sobreemocionado con la posibilidad de trabajar con Kintsugi, pero en ese momento no había nada qué celebrar. Sólo una presa por dar caza.
—Estoy a disposición entera de mi Señora Morikage. Le serviré en todo lo que necesite hasta encontrarlo. Hasta encontrarlos.
Kintsugi apretó su hombro, y Ranko colocó su mano encima de la de la líder.
—No, mi Señora —La furia parecía tomar parte de la voz de Ranko, al igual que la tristeza —. Un sacrificio se hace con un bien como objetivo. Lo de Yota y Daigo no es un sacrificio. Es un vil asesinato —La decisión podía verse debajo de las lágrimas de la castaña. Tal como aquella vez bajo los escombros en el Valle de los dojos, Kintsugi le inspiraba a transformar aquellos sentimientos de ira para resistir y avanzar más —. Y será obra y culpa de Uchiha Zaide. De nadie más.
Las lágrimas seguían fluyendo por las mejillas morenas de Ranko, pero sus puños apretaban como nunca. Se sentía quebrada, y por ello mismo sentía que debía permanecer de pie. Asintió cuando Kintsugi le dijo que le necesitaría. En otra situación, se habría sobreemocionado con la posibilidad de trabajar con Kintsugi, pero en ese momento no había nada qué celebrar. Sólo una presa por dar caza.
—Estoy a disposición entera de mi Señora Morikage. Le serviré en todo lo que necesite hasta encontrarlo. Hasta encontrarlos.
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