3/09/2021, 14:07
Ranko le devolvió la mirada, y Kintsugi supo ver más allá del dolor que la rompía por dentro. Supo ver su determinación, y sus ganas de actuar. Ella misma había pasado por una situación similar, cuando había tenido el cuerpo del anterior Morikage entre sus brazos. Por eso sabía tan bien cómo se sentía. Por eso era capaz de empatizar de aquella manera con ella.
—No, mi Señora —respondió al fin. Su voz había adoptado un ligero cambio, y ahora con la tristeza se entremezclaba también la rabia—. Un sacrificio se hace con un bien como objetivo. Lo de Yota y Daigo no es un sacrificio. Es un vil asesinato. Y será obra y culpa de Uchiha Zaide. De nadie más —Seguía llorando, aún tenía la voz rota por el dolor. Pero tenía los puños más apretados que nunca—. Estoy a disposición entera de mi Señora Morikage. Le serviré en todo lo que necesite hasta encontrarlo. Hasta encontrarlos.
La Morikage se quedó mirándola durante varios largos segundos, pensativa. Aunque muy pocas personas podrían ver a través de ese antifaz para intentar dilucidar qué se le podía estar pasando por la cabeza. Al final, asintió con la cabeza. Había tomado una decisión.
—Acompáñame en esta noche hasta el Edificio del Kage, Ranko —le dijo, pasando el brazo por detrás de sus hombros en un cálido gesto de consuelo—. Sé que se está haciendo tarde, ¿pero puedo robarte un poco más de tiempo?
—No, mi Señora —respondió al fin. Su voz había adoptado un ligero cambio, y ahora con la tristeza se entremezclaba también la rabia—. Un sacrificio se hace con un bien como objetivo. Lo de Yota y Daigo no es un sacrificio. Es un vil asesinato. Y será obra y culpa de Uchiha Zaide. De nadie más —Seguía llorando, aún tenía la voz rota por el dolor. Pero tenía los puños más apretados que nunca—. Estoy a disposición entera de mi Señora Morikage. Le serviré en todo lo que necesite hasta encontrarlo. Hasta encontrarlos.
La Morikage se quedó mirándola durante varios largos segundos, pensativa. Aunque muy pocas personas podrían ver a través de ese antifaz para intentar dilucidar qué se le podía estar pasando por la cabeza. Al final, asintió con la cabeza. Había tomado una decisión.
—Acompáñame en esta noche hasta el Edificio del Kage, Ranko —le dijo, pasando el brazo por detrás de sus hombros en un cálido gesto de consuelo—. Sé que se está haciendo tarde, ¿pero puedo robarte un poco más de tiempo?