6/09/2021, 22:06
Yuka miraba a través de Kokuō con el rostro enloquecido, como si no existiera. Sus ojos se movían a toda velocidad, como cuando una duerme, pero con los párpados tan abiertos como la lacerante herida en su corazón. Sin preámbulo, rompió a llorar. Un llanto silencioso, pero lleno de dolor.
—No... no es verdad... —repetía, una y otra vez—. No p-puedes estar hablando en serio... no puedes...
La expresión de su rostro cambió: llegaba la rabia.
»¡Ayúdanos! ¡Ayúdanos a derrotarle! —Se reincorporó. Pese a lo fuerte que aparentaba, le temblaban los brazos y las piernas—. ¡Tú misma lo has dicho! ¡Tu hermano! ¡Sois igual de fuertes, no! ¿¡No!? —Yuka se acercó a Kokuō. No como antes, para agredirla. Sino casi rogando.
Suplicando.
»Si estás aquí, es porque perdisteis, ¿verdad...?
Quizás algún día Kokuō se compadeciese de los humanos. Quizás algún día, aprendiera a formar vínculos con ellos. Pero en ese momento, el Cinco Colas recibió una señal más apremiante que el sufrimiento de una humana: la silueta de Yukio, que cada vez estaba más cerca.
—No... no es verdad... —repetía, una y otra vez—. No p-puedes estar hablando en serio... no puedes...
La expresión de su rostro cambió: llegaba la rabia.
»¡Ayúdanos! ¡Ayúdanos a derrotarle! —Se reincorporó. Pese a lo fuerte que aparentaba, le temblaban los brazos y las piernas—. ¡Tú misma lo has dicho! ¡Tu hermano! ¡Sois igual de fuertes, no! ¿¡No!? —Yuka se acercó a Kokuō. No como antes, para agredirla. Sino casi rogando.
Suplicando.
»Si estás aquí, es porque perdisteis, ¿verdad...?
Quizás algún día Kokuō se compadeciese de los humanos. Quizás algún día, aprendiera a formar vínculos con ellos. Pero en ese momento, el Cinco Colas recibió una señal más apremiante que el sufrimiento de una humana: la silueta de Yukio, que cada vez estaba más cerca.
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