8/09/2021, 02:11
Luego de su victoria frente a la puerta de metal, las chicas entraron sin más a la casa. Lo primero que hizo fue mirar para los lados, buscando un niño un poco más alto que ellas y de cabellera rubia. Pero no parecía estar allí. Solo estaba el pasillo y un mostrador, el cuál lo atendía un hombre mayor. A pesar que era lo que esperaba ella en un principio, le daba mala espina todo de él y la casa en sí.
Mientras Kimi cerraba la puerta, ella avanzaba hacia el mostrador. Aún curiosa, se sorprendió de no ver al rubio cerca. «¿Henge? ... No, no tiene mucho sentido. Además de que ni a mi me sale tan bien el henge. No parece que el viejo lo sepa manejar.»
Luego, el hombre, comenzaba a preguntar si estaban preparadas y si habían hecho las tareas. «Odio el sudoku.» Y Jun nunca hace tarea.
Al finalizar de hablar, les extendió un papel a las kunoichis, con el fín de buscar consentimiento en ambas por si pasaba algo ¿Tan fuerte era la experiencia allí adentro? Leyéndolo, notó que pedía unos datos muy específicos. Al ver eso, le dedicó una mirada profunda al señor.
—Aquí no hay sorpresas, ¿verdad?
La Kaminari no tuvo mucho problema en manchar el papel de tinta. Parecía confiada ante el reto.
A pesar de su duda, siguió a su compañera y completó el formulario. "Alturas". "Si". "Las manzanas". Y, por último, firmó la cláusula.
Extendió el papel al hombre, deseando que no haya nada raro tras todo eso.
—Sírvase. — sonreía, intentando parecer confiada.
Mientras Kimi cerraba la puerta, ella avanzaba hacia el mostrador. Aún curiosa, se sorprendió de no ver al rubio cerca. «¿Henge? ... No, no tiene mucho sentido. Además de que ni a mi me sale tan bien el henge. No parece que el viejo lo sepa manejar.»
Luego, el hombre, comenzaba a preguntar si estaban preparadas y si habían hecho las tareas. «Odio el sudoku.» Y Jun nunca hace tarea.
Al finalizar de hablar, les extendió un papel a las kunoichis, con el fín de buscar consentimiento en ambas por si pasaba algo ¿Tan fuerte era la experiencia allí adentro? Leyéndolo, notó que pedía unos datos muy específicos. Al ver eso, le dedicó una mirada profunda al señor.
—Aquí no hay sorpresas, ¿verdad?
La Kaminari no tuvo mucho problema en manchar el papel de tinta. Parecía confiada ante el reto.
A pesar de su duda, siguió a su compañera y completó el formulario. "Alturas". "Si". "Las manzanas". Y, por último, firmó la cláusula.
Extendió el papel al hombre, deseando que no haya nada raro tras todo eso.
—Sírvase. — sonreía, intentando parecer confiada.