9/09/2021, 22:46
—Gracias. —susurró Ranko a Hana, apenas audible. Mientras escuchaba a Kintsugi, la mirada de la chica se perdió, bailando junto con el pétalo con el que la mujer había adornado su taza.
"Lo sé. No todo es blanco y negro. Pero estoy segura de que raptar a dos personas es muy de villano. Y amenazar con matarlas también. Pero asegurarse de que tu pueblo no muera de hambre no lo es."
Aún dolida por Yota y Daigo, Ranko quería decirle a Kintsugi mil veces que no era su culpa. Quería decirle que no merecía llevar ese peso sobre sus hombros. Que no debería sufrir por haber decidido eso. No sería ella quien sellara el destino de sus amigos, sería la mano de Zaide. Claro, nada de eso les quitaba el dolor de perderlos.
Cuando la chapa golpeó la mesa, el cerebro de Ranko se detuvo por un momento.
—¿Qué?
Los ojos miel de la de la trenza fueron del té a la pieza de plata, y al símbolo de "en medio" grabado en ella.
—Me está... Ahora, yo... M-mi Señora Morikage, yo... —Las palabras se le fueron por completo por varios segundos —. ¡E-e-es todo u-un honor! ¡Sí! ¡L-le agradezco tanto! Pero yo... ¿E-está segura? ¡Di-digo...! Si-Siento que yo... Yo...
"Siento que no he hecho lo suficiente por Kusagakure... ¡Pero ay contigo, tonta Ranko! Acabas de llamar sabia a la Morikage. ¿Crees que te ascendería así sin más? ¿No crees que ella tiene razones de más para hacerlo? ¿No crees que ella tiene muy en mente tus capacidades? ¿Te le vas a oponer sólo por modestia?" se regañó en su mente. Era curioso, pues Zaide se había burlado de que fuese sólo una genin a tal edad.
Ranko se puso de pie para luego inclinarse profundamente hacia Kintsugi.
—Pido una disculpa, esto... me abruma. Pero agradezco la confianza que deposita e-en mí. Y m-me siento... de lo más honrada. Daré todo de mí para no defraudarla, mi Señora Morikage. Ni a usted ni a Kusagakure.
El premio le sabía amargo dada la situación, pero tenía que seguir adelante. Un "¡Vamos!" exclamado por cierto peliverde resonó en la parte trasera de su cabeza.
"Lo sé. No todo es blanco y negro. Pero estoy segura de que raptar a dos personas es muy de villano. Y amenazar con matarlas también. Pero asegurarse de que tu pueblo no muera de hambre no lo es."
Aún dolida por Yota y Daigo, Ranko quería decirle a Kintsugi mil veces que no era su culpa. Quería decirle que no merecía llevar ese peso sobre sus hombros. Que no debería sufrir por haber decidido eso. No sería ella quien sellara el destino de sus amigos, sería la mano de Zaide. Claro, nada de eso les quitaba el dolor de perderlos.
Cuando la chapa golpeó la mesa, el cerebro de Ranko se detuvo por un momento.
—¿Qué?
Los ojos miel de la de la trenza fueron del té a la pieza de plata, y al símbolo de "en medio" grabado en ella.
—Me está... Ahora, yo... M-mi Señora Morikage, yo... —Las palabras se le fueron por completo por varios segundos —. ¡E-e-es todo u-un honor! ¡Sí! ¡L-le agradezco tanto! Pero yo... ¿E-está segura? ¡Di-digo...! Si-Siento que yo... Yo...
"Siento que no he hecho lo suficiente por Kusagakure... ¡Pero ay contigo, tonta Ranko! Acabas de llamar sabia a la Morikage. ¿Crees que te ascendería así sin más? ¿No crees que ella tiene razones de más para hacerlo? ¿No crees que ella tiene muy en mente tus capacidades? ¿Te le vas a oponer sólo por modestia?" se regañó en su mente. Era curioso, pues Zaide se había burlado de que fuese sólo una genin a tal edad.
Ranko se puso de pie para luego inclinarse profundamente hacia Kintsugi.
—Pido una disculpa, esto... me abruma. Pero agradezco la confianza que deposita e-en mí. Y m-me siento... de lo más honrada. Daré todo de mí para no defraudarla, mi Señora Morikage. Ni a usted ni a Kusagakure.
El premio le sabía amargo dada la situación, pero tenía que seguir adelante. Un "¡Vamos!" exclamado por cierto peliverde resonó en la parte trasera de su cabeza.
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