10/09/2021, 20:40
(Última modificación: 27/01/2022, 19:45 por Akamatsu Nao. Editado 1 vez en total.)
Lluvia. ¿Cotidianidad o déjà vu? Jun sentiría que por alguna razón, ese día ya lo había vivido antes. ¿Era porque su rutina era la misma de siempre? ¿O porque el destino le había preparado algo?
Afuera de su hogar, se escucharon pasos, o mejor dicho, pisadas. Algo o alguien, se paró frente a la puerta de su casa y empezó a llamar con fuerza para que le atendieran.
Tres golpes, tres exactos golpes.
Al abrir la puerta, ahí estaría de nuevo: Un enorme doberman, con la bandana de Amegakure en su cuello, sentado, esperando. El animal dejó un pergamino al pie del portón, alzando la mirada.
—¡Traigo una misión para Nara Jun! — Dijo el canino con portentosa voz.
Mientras tanto, en una cómoda y sencilla casita, un joven de ojos rojizos leía el pergamino con la misión asignada que recibió esa misma mañana por parte del mismo perro. «Una casa abandonada, en medio de la nada. ¿Por qué?» Pese a que lucía un trabajo sencillo, aquel papel no le daba motivos del porqué alguien estaría interesado en algo cómo eso. Tal vez no era de su incumbencia, pero eso no mataba su curiosidad. Más allá de pensar historias y fantasmas como tal, algo le olía mal. Quizá, pese a todo, él era muchísimo más intuitivo que otros genin de su promoción.
Al menos, no parecía que iba a ser un trabajo aburrido «O no tanto, al menos. Pero mejor no me hago expectativas al respecto.» En el fondo quería creer, que había algo más. ¿Sería esta una gran aventura? ¿O simplemente se estaba emocionando de más con la idea de la casa en ruinas?
Como fuese, el genin, se alistó y tomó su paraguas. Encaminándose a la salida de la aldea. ¿Cuánto tardaría esperando a su acompañante?
Afuera de su hogar, se escucharon pasos, o mejor dicho, pisadas. Algo o alguien, se paró frente a la puerta de su casa y empezó a llamar con fuerza para que le atendieran.
Tres golpes, tres exactos golpes.
Al abrir la puerta, ahí estaría de nuevo: Un enorme doberman, con la bandana de Amegakure en su cuello, sentado, esperando. El animal dejó un pergamino al pie del portón, alzando la mirada.
—¡Traigo una misión para Nara Jun! — Dijo el canino con portentosa voz.
Mientras tanto, en una cómoda y sencilla casita, un joven de ojos rojizos leía el pergamino con la misión asignada que recibió esa misma mañana por parte del mismo perro. «Una casa abandonada, en medio de la nada. ¿Por qué?» Pese a que lucía un trabajo sencillo, aquel papel no le daba motivos del porqué alguien estaría interesado en algo cómo eso. Tal vez no era de su incumbencia, pero eso no mataba su curiosidad. Más allá de pensar historias y fantasmas como tal, algo le olía mal. Quizá, pese a todo, él era muchísimo más intuitivo que otros genin de su promoción.
Al menos, no parecía que iba a ser un trabajo aburrido «O no tanto, al menos. Pero mejor no me hago expectativas al respecto.» En el fondo quería creer, que había algo más. ¿Sería esta una gran aventura? ¿O simplemente se estaba emocionando de más con la idea de la casa en ruinas?
Como fuese, el genin, se alistó y tomó su paraguas. Encaminándose a la salida de la aldea. ¿Cuánto tardaría esperando a su acompañante?