10/09/2021, 22:11
Juro no se atrevió a decir nada más sobre la muerte de aquella persona. Apenas logró murmurar un "Lo siento". Se sintió avergonzado. Nuevamente, había juzgado a Akame. Le había dicho lo que creía que él quería oír, en base a la forma en la que se lo había contado, pero la verdadera respuesta era distinta. Matar no era agradable, y menos si esa persona había significado algo para ti en tu vida. Eso el marionetista lo sabía. Incluso si sus sentimientos estuvieran emponzoñados por la rabia y la venganza.
Él también había tenido un alumno, cuando pudo. No quiso imaginar como se habría sentido.
—¿Te refieres a lo de matar, intimidar, contrabandear y estar rodeado de cabrones sanguinarios y peligrosos? Psché, si lo piensas, no suena muy diferente a ser jōnin en una Gran Aldea, ¿no crees?
— Cierto. Siempre estamos metidos en el barro —. Lo único que podía excluir de esa lista era el contrabando. Jamas había tenido que hacer algo semejante, que él recordara. Pero, como siempre, sabía que no era quien para juzgar a nadie.
El muchacho atendió al pequeño discurso del Uchiha, donde le confirmó sus temores: la realidad era tan cruda como él mismo había descubierto, y ya no había vuelta atrás. Aunque Juro fantaseara con regresar a Kusagakure, en el fondo, también tenía dudas. Unas dudas que no podría compartir nunca con sus ex compañeros de villa, claro. Había confiado durante toda su vida en el Morikage, y él le había traicionado. ¿Cómo no sentirse dolido? ¿Cómo no dudar del sistema? ¿Por qué el resto de líderes iban a ser diferentes? Generalizar no estaba bien, pero en algunos momentos, no podía evitar que esos pensamientos invadiesen su cabeza.
Regresar a su antigua vida era ciencia ficción para él. El problema era que la actual no era precisamente atractiva. Más bien, era una mierda. Pero prefería eso a estar muerto.
— Tienes razón — suspiro el chico. Agradeció la sinceridad de Akame, tan afilada como un cuchillo —. Nos guste o no, esta es la vida que tenemos que vivir si queremos seguir adelante.
Esta vez, fue el turno del Uchiha de hablar, y Juro escuchó, con cierta curiosidad, sus palabras.
—Esta vez te preguntaré yo algo: ¿prefieres ser poderoso, o débil? —sonrió—. El poder es tóxico como un veneno ponzoñoso, corrompe hasta a los mejores y atrae a lo peor de cada uno. Pero, ¿es mejor entonces ser irrelevante, limitarse a ir donde las corrientes del río de los fuertes te lleven? ¿Renunciar a navegar la vida y simplemente... ir a la deriva que marca la voluntad de otros?
El muchacho no pudo evitar sonreír. Menudo dilema le había presentado de golpe.
— Cuando me metí en esto, lo que buscaba no era poder. Supongo que quería reconocimiento, respeto, incluso la aprobación de mi familia. Ayudar a los demás, y esas mierdas — El muchacho suspiró —. Tienes razón en algo. El poder no trae más que problemas. Enemigos, desconfianza, miedos. Antes de ascender y convertirme en jinchuriki, era un don nadie. Ahora, la historia ha cambiado.
» Por mucho que lo maldiga, necesito poder. Y no solo para sobrevivir — admitió el chico —. El ser débil se vincula con la sumisión y la dependencia. Y yo ya no puedo permitirme eso. Si no hubiera ocurrido todo esto, puede que el Juro del pasado hubiera vivido mejor que yo. Quizá hubiera ascendido después de mucho esfuerzo, y quizá hubiera incluso sobrevivido al mundo ninja, como un shinobi mediocre y prescindible, pero con las comodidades y los lujos de la posición. Pero después de comprender la realidad y lo que hay en juego, no quiero simplemente dejarme llevar hacia un destino que no puedo controlar. No quiero ser un peón sacrificable que no entiende lo que ocurre.
Suspiró. El marionetista había decidido abrazar el poder. El mismo poder que había destruido su vida y había asesinado al Morikage. Ya no tenía miedo de usarlo, porque entendía que era parte de él. Que lo necesitaba. Que sin él, nunca llegaría a sus objetivos.
— Supongo que, en este momento, quiero ser lo suficiente poderoso como para vivir por mi mismo y llegar hasta el final del camino que escoja, aunque eso signifique la corrupción — Nada en la vida venía sin un precio, ¿verdad? Ese era el destino que le esperaba.
Él también había tenido un alumno, cuando pudo. No quiso imaginar como se habría sentido.
—¿Te refieres a lo de matar, intimidar, contrabandear y estar rodeado de cabrones sanguinarios y peligrosos? Psché, si lo piensas, no suena muy diferente a ser jōnin en una Gran Aldea, ¿no crees?
— Cierto. Siempre estamos metidos en el barro —. Lo único que podía excluir de esa lista era el contrabando. Jamas había tenido que hacer algo semejante, que él recordara. Pero, como siempre, sabía que no era quien para juzgar a nadie.
El muchacho atendió al pequeño discurso del Uchiha, donde le confirmó sus temores: la realidad era tan cruda como él mismo había descubierto, y ya no había vuelta atrás. Aunque Juro fantaseara con regresar a Kusagakure, en el fondo, también tenía dudas. Unas dudas que no podría compartir nunca con sus ex compañeros de villa, claro. Había confiado durante toda su vida en el Morikage, y él le había traicionado. ¿Cómo no sentirse dolido? ¿Cómo no dudar del sistema? ¿Por qué el resto de líderes iban a ser diferentes? Generalizar no estaba bien, pero en algunos momentos, no podía evitar que esos pensamientos invadiesen su cabeza.
Regresar a su antigua vida era ciencia ficción para él. El problema era que la actual no era precisamente atractiva. Más bien, era una mierda. Pero prefería eso a estar muerto.
— Tienes razón — suspiro el chico. Agradeció la sinceridad de Akame, tan afilada como un cuchillo —. Nos guste o no, esta es la vida que tenemos que vivir si queremos seguir adelante.
Esta vez, fue el turno del Uchiha de hablar, y Juro escuchó, con cierta curiosidad, sus palabras.
—Esta vez te preguntaré yo algo: ¿prefieres ser poderoso, o débil? —sonrió—. El poder es tóxico como un veneno ponzoñoso, corrompe hasta a los mejores y atrae a lo peor de cada uno. Pero, ¿es mejor entonces ser irrelevante, limitarse a ir donde las corrientes del río de los fuertes te lleven? ¿Renunciar a navegar la vida y simplemente... ir a la deriva que marca la voluntad de otros?
El muchacho no pudo evitar sonreír. Menudo dilema le había presentado de golpe.
— Cuando me metí en esto, lo que buscaba no era poder. Supongo que quería reconocimiento, respeto, incluso la aprobación de mi familia. Ayudar a los demás, y esas mierdas — El muchacho suspiró —. Tienes razón en algo. El poder no trae más que problemas. Enemigos, desconfianza, miedos. Antes de ascender y convertirme en jinchuriki, era un don nadie. Ahora, la historia ha cambiado.
» Por mucho que lo maldiga, necesito poder. Y no solo para sobrevivir — admitió el chico —. El ser débil se vincula con la sumisión y la dependencia. Y yo ya no puedo permitirme eso. Si no hubiera ocurrido todo esto, puede que el Juro del pasado hubiera vivido mejor que yo. Quizá hubiera ascendido después de mucho esfuerzo, y quizá hubiera incluso sobrevivido al mundo ninja, como un shinobi mediocre y prescindible, pero con las comodidades y los lujos de la posición. Pero después de comprender la realidad y lo que hay en juego, no quiero simplemente dejarme llevar hacia un destino que no puedo controlar. No quiero ser un peón sacrificable que no entiende lo que ocurre.
Suspiró. El marionetista había decidido abrazar el poder. El mismo poder que había destruido su vida y había asesinado al Morikage. Ya no tenía miedo de usarlo, porque entendía que era parte de él. Que lo necesitaba. Que sin él, nunca llegaría a sus objetivos.
— Supongo que, en este momento, quiero ser lo suficiente poderoso como para vivir por mi mismo y llegar hasta el final del camino que escoja, aunque eso signifique la corrupción — Nada en la vida venía sin un precio, ¿verdad? Ese era el destino que le esperaba.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60