11/09/2021, 16:56
Shukaku. Oh, Shukaku. Hanabi casi de había olvidado de él. Siempre en segundo plano, siempre oculto. Quizás con Datsue al mando no tenía demasiadas dudas, pero que bajase la mismísima Amaterasu ahora mismo si no tenía un miedo terrible a lo que pudiera pasar si Datsue le dejaba un mínimo de libertad con el sombrero de Kage puesto.
Oh, Shukaku. Siempre callado.
Hasta que no lo estaba.
—¡¡Ah!! —Al escuchar su voz, Hanabi dio un salto y se agarró el pecho, del susto—. Santo Rikudō, Shukaku.
Luego, Hanabi escuchó atentamente.
—Destruyemundos. —Repitió Hanabi, saboreando la palabra. No le sabía bien. Miró a su alrededor. Estaban en las Costas del Remolino, unas playas famosas por su amplitud. Eran amplias, de verdad que sí. Normalmente había mucha gente, pero aquél día estaba todo tranquilo. Hasta ahora, por lo menos—. Escuchad. La última vez nos fuimos lejos de la aldea porque tenía miedo de emocionarme y destruir algo.
»¿De verdad pensáis que podéis probar una técnica que se llama Destruyemundos en una playa de uso civil?
Aunque, por supuesto, lo sintieron. Esa descarga de Poder tan inherente al Uzukage, esa oleada de chakra ardiente que de pronto subía la temperatura en unos buenos metros, que le hacía a uno sobrecogerse, que hacía que los corazones se saltaran un latido.
El espíritu del fuego que Sarutobi Hanabi llevaba dentro reclamaba el trono.
Oh, Shukaku. Siempre callado.
Hasta que no lo estaba.
—¡¡Ah!! —Al escuchar su voz, Hanabi dio un salto y se agarró el pecho, del susto—. Santo Rikudō, Shukaku.
Luego, Hanabi escuchó atentamente.
—Destruyemundos. —Repitió Hanabi, saboreando la palabra. No le sabía bien. Miró a su alrededor. Estaban en las Costas del Remolino, unas playas famosas por su amplitud. Eran amplias, de verdad que sí. Normalmente había mucha gente, pero aquél día estaba todo tranquilo. Hasta ahora, por lo menos—. Escuchad. La última vez nos fuimos lejos de la aldea porque tenía miedo de emocionarme y destruir algo.
»¿De verdad pensáis que podéis probar una técnica que se llama Destruyemundos en una playa de uso civil?
Aunque, por supuesto, lo sintieron. Esa descarga de Poder tan inherente al Uzukage, esa oleada de chakra ardiente que de pronto subía la temperatura en unos buenos metros, que le hacía a uno sobrecogerse, que hacía que los corazones se saltaran un latido.
El espíritu del fuego que Sarutobi Hanabi llevaba dentro reclamaba el trono.