Ojos de madera

[Amedama Daruu]

Daruu puso cara de dolor mientras el cuerpo vapuleado por el agua de Nabi se hundía irremediablemente de nuevo bajo las aguas del lago. Mantuvo este semblante hasta que el rubio salió, dando una bocanada de aire, como si no hubiera pasado nada.

—Odio el agua —dijo, y Daruu se echó a reír. Le tendió la mano para ayudarle a levantarse—. Hay una cueva extraña tras la cascada.

Aquella información no se la esperaba, pero tampoco sabía qué hacer con ella. Levantó una ceja y se cruzó de brazos, dubitativo.

—¿Y crees que deberíamos investigarla? —dijo—. Y si es la guarida de algún ninja exiliado rencoroso, o algo peor?

Aún así, no esperó respuesta e instó con la mano a Nabi para que le siguiera. Bordeó la cascada con cuidado para no tocar la corriente y manteniéndose pegado a la pared. Descubrió una entrada y sin pensárselo dos veces puso un pie en su interior.

Se trataba de un pasillo de unos cuantos metros de longitud. Al final, había una escalera que descendía. Mal asunto, se trataba de obra humana. «Y a saber de quién...»

—No sé, tío, esto me da mala espina.