17/09/2021, 11:58
—¡Coño, pero si es Ho, Ho, Hotei!
—¡Cojones! —exclamó Zaide, del susto.
Lo cierto era que, momentos antes de aparecer el intruso, Zaide ya había soltado la cuerda, activado el Sharingan y posado las manos en sus hachas. Para alguien con su percepción, sentir el chakra de ninjas poderosos a su alrededor era como notar una ráfaga de viento en la cara en un oasis de calma. Era una cualidad que poseían muchos ninjas, pero Zaide creía que el porcentaje aumentaba considerablemente entre los criminales y exiliados. No porque fuesen mejores, sino porque en su mundo, no enterarte cuando un hijo de la grandísima puta se te acerca acaba normalmente en tu muerte. Y los muertos no entran en los baremos.
«Uchiha… ¿Akame?» No podía creérselo, pero el Sharingan no engañaba. No había Henge, ni ninguna capa que camuflase su apariencia. El corazón de Zaide, encabritado, se permitió bajar unas cuantas revoluciones. Incluso sus manos descendieron. ¿Qué narices hacía allí? Desde luego, el mundo era un pañuelo.
«Joder. No podía ser en otro momento». Había hecho creer a Yota y Daigo que Dragón Rojo seguía unido y que Akame era, por tanto, su aliado. Un engaño que estaba a punto de desmoronarse sobre el Sin Piernas. Y, si Kusagakure conseguía rescatarle de la Prisión del Yermo…
«Mierda. Joder, ¡mierda! Tenías que aparecer precisamente ahora, joder».
—Cuánto omoide te has metido, ¿huh? —replicó, intentando salvar la situación—. Nos confundes con el Dios de la Fortuna, te olvidas que secuestré a Daigo y Yota para cobrar una recompensa por ellos… —hablaba en un tono bromista, pero su expresión no podía ser más seria—. No estarás pensando también que ahora vuelves a ser el jōnin modélico de Uzu, ¿huh?
¿Le seguiría el juego? No se veían desde el gran atentado y las acciones de Uchiha Akame eran siempre un gran misterio, pero no perdía nada por intentarlo.
—¡Cojones! —exclamó Zaide, del susto.
Lo cierto era que, momentos antes de aparecer el intruso, Zaide ya había soltado la cuerda, activado el Sharingan y posado las manos en sus hachas. Para alguien con su percepción, sentir el chakra de ninjas poderosos a su alrededor era como notar una ráfaga de viento en la cara en un oasis de calma. Era una cualidad que poseían muchos ninjas, pero Zaide creía que el porcentaje aumentaba considerablemente entre los criminales y exiliados. No porque fuesen mejores, sino porque en su mundo, no enterarte cuando un hijo de la grandísima puta se te acerca acaba normalmente en tu muerte. Y los muertos no entran en los baremos.
«Uchiha… ¿Akame?» No podía creérselo, pero el Sharingan no engañaba. No había Henge, ni ninguna capa que camuflase su apariencia. El corazón de Zaide, encabritado, se permitió bajar unas cuantas revoluciones. Incluso sus manos descendieron. ¿Qué narices hacía allí? Desde luego, el mundo era un pañuelo.
«Joder. No podía ser en otro momento». Había hecho creer a Yota y Daigo que Dragón Rojo seguía unido y que Akame era, por tanto, su aliado. Un engaño que estaba a punto de desmoronarse sobre el Sin Piernas. Y, si Kusagakure conseguía rescatarle de la Prisión del Yermo…
«Mierda. Joder, ¡mierda! Tenías que aparecer precisamente ahora, joder».
—Cuánto omoide te has metido, ¿huh? —replicó, intentando salvar la situación—. Nos confundes con el Dios de la Fortuna, te olvidas que secuestré a Daigo y Yota para cobrar una recompensa por ellos… —hablaba en un tono bromista, pero su expresión no podía ser más seria—. No estarás pensando también que ahora vuelves a ser el jōnin modélico de Uzu, ¿huh?
¿Le seguiría el juego? No se veían desde el gran atentado y las acciones de Uchiha Akame eran siempre un gran misterio, pero no perdía nada por intentarlo.
![[Imagen: Uchiha-Zaide-eyes2.png]](https://i.ibb.co/gwnNShR/Uchiha-Zaide-eyes2.png)