26/01/2016, 20:10
Había llegado por fin a la punta del barco sin encontrar nada más que madera y carne. Nadie que se le opusiera ni dinero esperando su gran rescate. Un poco decepcionante para todo el dolor que habían causado, o mejor dicho, que estaban causando. Pero fue cuando se dio vuelta y miró el barco en su totalidad desde la punta de este, cuando vio a una persona espeluznante muy cerca a su persona.
Tenía un cofre que sostenía con el brazo y que poco después lo dejó en el piso. Era rara ver como su cuerpo se movía, su codo podía moverse hacía atrás y sus rodillas podían moverse y doblarse no solo para un lado. Parecía un hombre hecho de gelatina y que en cualquier momento podría desarmarse y caer partido al suelo. Pero era aún peor su sonrisa maquiavélica que causó un escalofrío en el cuerpo del calvo.
¿Andabas buscando esto calvito? Hasta aquí llegaron tus planes de poder destruir mi banda, nadie se mete conmigo ni con mis subordinados. ¿Acaso pensabas que esto sería tarea fácil? Serías un iluso, aunque debo admitir que no me esperaba que destruyeran este barco.
Supongo que..... eso significara un poco más de tortura para ti. Simplemente para que entiendas.... que lo que haces..... no me complace...... no me complace para nada..... y que mejor..... que verte sufrir..... hasta acabar con tu vida.....
Vio la lengua de ese tipo atravesar sus labios y lamerlos llevando el músculo de una punta hasta la otra de su boca. Su sonrisa se había desvanecido de su rostro que ahora se encontraba serio y con una mirada fija y aterradora que se clavaba en el cuerpo de Karamaru. Lo miraba como si fuese un buen pedazo de carne listo para comer.
Ni una sola palabra surgía del pelado. Apenas se podía mover siquiera cuando escuchaba las palabras del raro que le hablaba. No sabía si correr o enfrentarlo, si pedir ayuda o permanecer en silencio. Seguía mirando sus articulaciones que se movían como si fuesen simples palos sujetados a una mano. Si alguien podía lamerse el codo, seguramente ese sería el único en todo el mundo.
El poseedor del cofre salió disparado hacia Karamaru con los dos brazos para delante y gritando como si estuviese loco, que de hecho lo estaba. Por instinto el calvo dio un salto a su derecha que hizo que el rival siguiera de largo y cayera en el palo largo que salía de la punta del barco. Al llegar se sujeto tanto con sus manos como con sus pies, como si tuviese cuatro manos, pareciendo más un animal que un humano. El pelado había entendido que con eso el combate iniciaba y que tenía que estar atento.
Había que tomar la iniciativa y con unos pocos pasos se movió hacia el poste de donde se sostenía el sujeto y con toda la fuerza que pudo le dio a la base de este rompiéndolo, dejando que la punta larga del barco cayera al agua y con un poco de fortuna también el rarito.
Sin embargo, este salto del poste antes de que cayera y generara un montón de grandes olas que seguramente el bote y el guardia sentirían. Las gotas que había salpicado habían llegado hasta el calvo que solo se mojó un poco. A su espalda se encontraba el "hombre araña", como lo había apodado Karamaru en sus pensamientos. Su pose de parase a cuatro patas lo recordaba mucho a una de ellas, sin pensar en que también tenía la misma fealdad en común.
Feo o hermoso, ese hombre era fuerte y Karamaru lo iba a sentir en cualquier momento. Con un movimiento más rápido incluso que el anterior, uno que Karamaru no podría evitar, se abalanzó y comenzó a destruir al calvo a base de golpes que revoleaban su cuerpo de aquí para allá como si fuese un simple papel. Poco podía hacer para contraatacar, era un sin cesar de golpes dirigidos a sus músculos que dolían más y más.
El sufrimiento terminó cuando cayó de seco al piso con la espalda. El hombre cayó frente a él de nuevo en sus cuatro patas y al lado del cofre que el monje tanto se empeñaba en recuperar. Con Karamaru retorciéndose en el piso del dolor de los golpes y tratando de sentir en que lugares le salía sangre, el otro comenzó a reír hasta que sacó algunas palabras de su boca.
¿Y ustedes querían recuperar el dinero? Realmente son unos ilusos, ¿Quieres que a tus amigos le pase lo mismo que a ti?- una mirada seria de Karamaru le dio la respuesta-ENTONCES LEVANTATE Y PELEA COMO UN HOMBRE
El calvo le hizo caso, se puso en pie como pudo y se puso en posición de combate una vez más. Dañado, rasguñado, dolorido y ensangrentando se preparaba para poner fin a la vida de su rival. Si no lo hacía la suya propia terminaría viendo solo oscuridad al final del túnel.
Tenía un cofre que sostenía con el brazo y que poco después lo dejó en el piso. Era rara ver como su cuerpo se movía, su codo podía moverse hacía atrás y sus rodillas podían moverse y doblarse no solo para un lado. Parecía un hombre hecho de gelatina y que en cualquier momento podría desarmarse y caer partido al suelo. Pero era aún peor su sonrisa maquiavélica que causó un escalofrío en el cuerpo del calvo.
¿Andabas buscando esto calvito? Hasta aquí llegaron tus planes de poder destruir mi banda, nadie se mete conmigo ni con mis subordinados. ¿Acaso pensabas que esto sería tarea fácil? Serías un iluso, aunque debo admitir que no me esperaba que destruyeran este barco.
Supongo que..... eso significara un poco más de tortura para ti. Simplemente para que entiendas.... que lo que haces..... no me complace...... no me complace para nada..... y que mejor..... que verte sufrir..... hasta acabar con tu vida.....
Vio la lengua de ese tipo atravesar sus labios y lamerlos llevando el músculo de una punta hasta la otra de su boca. Su sonrisa se había desvanecido de su rostro que ahora se encontraba serio y con una mirada fija y aterradora que se clavaba en el cuerpo de Karamaru. Lo miraba como si fuese un buen pedazo de carne listo para comer.
Ni una sola palabra surgía del pelado. Apenas se podía mover siquiera cuando escuchaba las palabras del raro que le hablaba. No sabía si correr o enfrentarlo, si pedir ayuda o permanecer en silencio. Seguía mirando sus articulaciones que se movían como si fuesen simples palos sujetados a una mano. Si alguien podía lamerse el codo, seguramente ese sería el único en todo el mundo.
El poseedor del cofre salió disparado hacia Karamaru con los dos brazos para delante y gritando como si estuviese loco, que de hecho lo estaba. Por instinto el calvo dio un salto a su derecha que hizo que el rival siguiera de largo y cayera en el palo largo que salía de la punta del barco. Al llegar se sujeto tanto con sus manos como con sus pies, como si tuviese cuatro manos, pareciendo más un animal que un humano. El pelado había entendido que con eso el combate iniciaba y que tenía que estar atento.
Había que tomar la iniciativa y con unos pocos pasos se movió hacia el poste de donde se sostenía el sujeto y con toda la fuerza que pudo le dio a la base de este rompiéndolo, dejando que la punta larga del barco cayera al agua y con un poco de fortuna también el rarito.
Sin embargo, este salto del poste antes de que cayera y generara un montón de grandes olas que seguramente el bote y el guardia sentirían. Las gotas que había salpicado habían llegado hasta el calvo que solo se mojó un poco. A su espalda se encontraba el "hombre araña", como lo había apodado Karamaru en sus pensamientos. Su pose de parase a cuatro patas lo recordaba mucho a una de ellas, sin pensar en que también tenía la misma fealdad en común.
Feo o hermoso, ese hombre era fuerte y Karamaru lo iba a sentir en cualquier momento. Con un movimiento más rápido incluso que el anterior, uno que Karamaru no podría evitar, se abalanzó y comenzó a destruir al calvo a base de golpes que revoleaban su cuerpo de aquí para allá como si fuese un simple papel. Poco podía hacer para contraatacar, era un sin cesar de golpes dirigidos a sus músculos que dolían más y más.
El sufrimiento terminó cuando cayó de seco al piso con la espalda. El hombre cayó frente a él de nuevo en sus cuatro patas y al lado del cofre que el monje tanto se empeñaba en recuperar. Con Karamaru retorciéndose en el piso del dolor de los golpes y tratando de sentir en que lugares le salía sangre, el otro comenzó a reír hasta que sacó algunas palabras de su boca.
¿Y ustedes querían recuperar el dinero? Realmente son unos ilusos, ¿Quieres que a tus amigos le pase lo mismo que a ti?- una mirada seria de Karamaru le dio la respuesta-ENTONCES LEVANTATE Y PELEA COMO UN HOMBRE
El calvo le hizo caso, se puso en pie como pudo y se puso en posición de combate una vez más. Dañado, rasguñado, dolorido y ensangrentando se preparaba para poner fin a la vida de su rival. Si no lo hacía la suya propia terminaría viendo solo oscuridad al final del túnel.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘