24/09/2021, 00:27
—Lo de los Dojos nunca debería haber ocurrido así. Ese no era el plan, Juro-san. Pero si algo he aprendido en todos estos años, es que nada sale nunca tal y como lo planeas. Un pequeño precio a pagar por cambiar el mundo
Juro digirió la noticia, intentando comprender lo que el Uchiha le decía. Lo cierto era que derrocar al sistema era una cosa, pero causar una masacre, otra. Se había asumido que había sido una estrategia para infundir miedo, quizá, o para que sus palabras ganaran peso. Puede que la gente hubiera supuesto simplemente que era un grupo terrorista y que matar gente era lo que hacía, sin ahondar más en el asunto. Pero, creyendo las palabras de Akame, deducir que fue un accidente tampoco era tan descabellado teniendo en cuenta la cantidad de gente que había y la situación que se organizó.
— Tienes razón en lo de que las cosas nunca salen como uno quiere. Yo mismamente estuve a punto de destruir toda la aldea y generé un odio atroz que ya ha escapado de mi control — admitió también Juro, con cierta amargura. No era algo de lo que se sentía orgulloso. La muerte del Morikage, de hecho, tampoco había entrado en sus planes cuando intentó escapar. No había forma alguna de probar las palabras de Akame, pero ahí, a la luz de la hoguera, decidió no cuestionarlas—. Pero esta clase de apuestas son impredecibles. En especial, si el destino del mundo está en juego.
De cualquier manera, eso no les eximía de la culpa, claro. El daño estaba hecho, y aun así, su objetivo era asesinar a los Señores Feudales, algo con lo que Juro tampoco podía estar del todo de acuerdo.
El resto de la conversación, sin embargo, viró a otro tema de lo más curioso.
— He escuchado esos estúpidos chistes — se limitó a decir el chico, sin poder evitar alzar la cejas. Puede que él fuera un exiliado, pero llevaba demasiado tiempo en la aldea. Tenía un orgullo y se sentía afectado. ¿Qué ganaban riéndose de los demás de aquella forma? Menuda panda de imbéciles —. Pero creo que tienes razón. Es mucho más fácil salirte con la tuya si todo el mundo se empeña en subestimarte. Kusagakure ha sabido montárselo bien. Kenzō incluso logró ocultar mi identidad como jinchūriki a ojos de todo el mundo hasta que no tuvimos más remedio que contarlo. Era muy listo. Aunque debo decir que no sé mucho de la situación actual ni de la Morikage que hay ahora.
No dijo nada más de aquel cumplido, puesto que no le gustaba hablar de aquel asunto. El hecho de que Juro hubiera sobrevivido a aquella batalla, a aquel hombre veterano, poderoso e inteligente, era realmente desconcertante, incluso con un bijuu de su lado. Pero no iba a ser él quien se lo dijera. Sí que sabía lo del Señor Feudal, pero por habladurías populares. Puede que la nueva Morikage fuera extremadamente competente, o puede que hubiera sido un golpe de suerte. De cualquier manera, eso les ponía en una situación que bien podría ser beneficiosa o todo lo contrario, según como jugaran sus cartas.
Mientras conversaban, Juro miró de reojo los alrededores, a la espera. La situación parecía estar bajo control, pero aun así, no podía evitar sentirse intranquilo. Aquella luz le había recordado que era de noche, pero estaban a cielo descubierto y sin ninguna clase de escondite o camuflaje más que aquella arena.
Juro digirió la noticia, intentando comprender lo que el Uchiha le decía. Lo cierto era que derrocar al sistema era una cosa, pero causar una masacre, otra. Se había asumido que había sido una estrategia para infundir miedo, quizá, o para que sus palabras ganaran peso. Puede que la gente hubiera supuesto simplemente que era un grupo terrorista y que matar gente era lo que hacía, sin ahondar más en el asunto. Pero, creyendo las palabras de Akame, deducir que fue un accidente tampoco era tan descabellado teniendo en cuenta la cantidad de gente que había y la situación que se organizó.
— Tienes razón en lo de que las cosas nunca salen como uno quiere. Yo mismamente estuve a punto de destruir toda la aldea y generé un odio atroz que ya ha escapado de mi control — admitió también Juro, con cierta amargura. No era algo de lo que se sentía orgulloso. La muerte del Morikage, de hecho, tampoco había entrado en sus planes cuando intentó escapar. No había forma alguna de probar las palabras de Akame, pero ahí, a la luz de la hoguera, decidió no cuestionarlas—. Pero esta clase de apuestas son impredecibles. En especial, si el destino del mundo está en juego.
De cualquier manera, eso no les eximía de la culpa, claro. El daño estaba hecho, y aun así, su objetivo era asesinar a los Señores Feudales, algo con lo que Juro tampoco podía estar del todo de acuerdo.
El resto de la conversación, sin embargo, viró a otro tema de lo más curioso.
— He escuchado esos estúpidos chistes — se limitó a decir el chico, sin poder evitar alzar la cejas. Puede que él fuera un exiliado, pero llevaba demasiado tiempo en la aldea. Tenía un orgullo y se sentía afectado. ¿Qué ganaban riéndose de los demás de aquella forma? Menuda panda de imbéciles —. Pero creo que tienes razón. Es mucho más fácil salirte con la tuya si todo el mundo se empeña en subestimarte. Kusagakure ha sabido montárselo bien. Kenzō incluso logró ocultar mi identidad como jinchūriki a ojos de todo el mundo hasta que no tuvimos más remedio que contarlo. Era muy listo. Aunque debo decir que no sé mucho de la situación actual ni de la Morikage que hay ahora.
No dijo nada más de aquel cumplido, puesto que no le gustaba hablar de aquel asunto. El hecho de que Juro hubiera sobrevivido a aquella batalla, a aquel hombre veterano, poderoso e inteligente, era realmente desconcertante, incluso con un bijuu de su lado. Pero no iba a ser él quien se lo dijera. Sí que sabía lo del Señor Feudal, pero por habladurías populares. Puede que la nueva Morikage fuera extremadamente competente, o puede que hubiera sido un golpe de suerte. De cualquier manera, eso les ponía en una situación que bien podría ser beneficiosa o todo lo contrario, según como jugaran sus cartas.
Mientras conversaban, Juro miró de reojo los alrededores, a la espera. La situación parecía estar bajo control, pero aun así, no podía evitar sentirse intranquilo. Aquella luz le había recordado que era de noche, pero estaban a cielo descubierto y sin ninguna clase de escondite o camuflaje más que aquella arena.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60