24/09/2021, 16:50
Por el rabillo del ojo, Ayame fue capaz de ver que Shanise se levantaba y se acercaba a ella.
«Viene a castigarme por no haber podido protegerla...» Pensó; pero, extrañamente, no sintió ningún tipo de temor. No se encogió como habría hecho en cualquier otra ocasión. De hecho, ni siquiera se movió. «Lo merezco... Lo merezco.» Lo más escalofriante no era que no sintiera miedo, sino que en lugar de ello se sintiera incluso... ¿aliviada?
Shanise tomó su mano, la apretaba con inusitada delicadeza entre las suyas mientras seguía llorando.
—A... yame... —dijo con dificultad—. Sólo quiero que me digas una cosa. Sólo una... ¿Está muerta?
No hizo falta que pronunciara su nombre. Era obvio a quién se estaba refiriendo.
«Shanise ha hecho tantas cosas por mí...» El nudo en su garganta la estaba asfixiando. La presión en su pecho amenazaba con aplastarla. Shanise le había salvado la vida frente a aquel Kajitsu, había sido ella quien había movido mar y tierra para volver a revertir el sello y recuperarla. Shanise había confiado en ella hasta el extremo, le había confiado la figura de Mano Derecha. Y ella... Ella a cambio... «Y yo le he quitado lo que más quería en el mundo...»
Las palabras de Shanise despertaron una única reacción en el adormilado cuerpo de Ayame: sus ojos se anegaron de lágrimas, que rodaron sin remedio por sus mejillas.
Asintió.
«Viene a castigarme por no haber podido protegerla...» Pensó; pero, extrañamente, no sintió ningún tipo de temor. No se encogió como habría hecho en cualquier otra ocasión. De hecho, ni siquiera se movió. «Lo merezco... Lo merezco.» Lo más escalofriante no era que no sintiera miedo, sino que en lugar de ello se sintiera incluso... ¿aliviada?
Shanise tomó su mano, la apretaba con inusitada delicadeza entre las suyas mientras seguía llorando.
—A... yame... —dijo con dificultad—. Sólo quiero que me digas una cosa. Sólo una... ¿Está muerta?
No hizo falta que pronunciara su nombre. Era obvio a quién se estaba refiriendo.
«Shanise ha hecho tantas cosas por mí...» El nudo en su garganta la estaba asfixiando. La presión en su pecho amenazaba con aplastarla. Shanise le había salvado la vida frente a aquel Kajitsu, había sido ella quien había movido mar y tierra para volver a revertir el sello y recuperarla. Shanise había confiado en ella hasta el extremo, le había confiado la figura de Mano Derecha. Y ella... Ella a cambio... «Y yo le he quitado lo que más quería en el mundo...»
Las palabras de Shanise despertaron una única reacción en el adormilado cuerpo de Ayame: sus ojos se anegaron de lágrimas, que rodaron sin remedio por sus mejillas.
Asintió.