24/09/2021, 18:20
La reacción de ella ciertamente era lo que él esperaba, aunque si bien sabía que podía ser raro, no pensó que TAN raro. Aunque ahora tenía curiosidad de saber en qué clase de estereotipo encajaba él.
—La verdad me fue un poco difícil acostumbrarme al inicio a las costumbres de Amegakure. Creo que todos desean demostrar lo fuertes que son y se aferran a ello. Aparte de los estrictos profesores de la Academia Ninja, no recuerdo haber tenido mayor problema —. Él no se sentí un buen peleador en lo absoluto, además que no le interesaba tampoco. De hecho, aún se sentía como un forastero en la aldea. Así como aquel paraguas lo separaba de recibir la lluvia directamente, aún sentía que él se aislaba de la gente de la aldea, y no tenía demasiados conocidos, más allá de lo necesario para interactuar en su día a día.
—La verdad, no tengo mucha idea de a dónde nos dirigimos — Negó con la cabeza. —Lo que sé del País de la Tormenta, o de Ōnindo en general, es por historias o leyendas. Me la pasaba leyendo libros cuando no tenía nada mejor que hacer, así que muchas cosas sólo las puedo imaginar en mi cabeza — Se giró y sonrió. —Aunque ahora que he venido a Ame tengo la oportunidad de salir de misión para ver algunas cosas del exterior — Siguió andando contento.
Mientras avanzaban por las vías del tren, pronto verían una silueta oscura formarse en el horizonte: Se trababa de una vieja casa de dos niveles, o la mitad de ella, puesto que la fachada y la mitad de la estructura habían colapsado y los escombros se extendían sobre la planicie. De lo que quedaba en pie, lucía corroído y gastado por la humedad y el paso del tiempo. Las paredes estaban mohosas, y las varas de hierro visibles estaban ya oxidadas.
—Y... Según mis libros, esto encaja perfecto en la descripción de casa embrujada — Bromeó.
—La verdad me fue un poco difícil acostumbrarme al inicio a las costumbres de Amegakure. Creo que todos desean demostrar lo fuertes que son y se aferran a ello. Aparte de los estrictos profesores de la Academia Ninja, no recuerdo haber tenido mayor problema —. Él no se sentí un buen peleador en lo absoluto, además que no le interesaba tampoco. De hecho, aún se sentía como un forastero en la aldea. Así como aquel paraguas lo separaba de recibir la lluvia directamente, aún sentía que él se aislaba de la gente de la aldea, y no tenía demasiados conocidos, más allá de lo necesario para interactuar en su día a día.
—La verdad, no tengo mucha idea de a dónde nos dirigimos — Negó con la cabeza. —Lo que sé del País de la Tormenta, o de Ōnindo en general, es por historias o leyendas. Me la pasaba leyendo libros cuando no tenía nada mejor que hacer, así que muchas cosas sólo las puedo imaginar en mi cabeza — Se giró y sonrió. —Aunque ahora que he venido a Ame tengo la oportunidad de salir de misión para ver algunas cosas del exterior — Siguió andando contento.
Mientras avanzaban por las vías del tren, pronto verían una silueta oscura formarse en el horizonte: Se trababa de una vieja casa de dos niveles, o la mitad de ella, puesto que la fachada y la mitad de la estructura habían colapsado y los escombros se extendían sobre la planicie. De lo que quedaba en pie, lucía corroído y gastado por la humedad y el paso del tiempo. Las paredes estaban mohosas, y las varas de hierro visibles estaban ya oxidadas.
—Y... Según mis libros, esto encaja perfecto en la descripción de casa embrujada — Bromeó.