26/09/2021, 22:35
Aquella sería la tercera vez que Eri pisaba la casa de Reiji. Al igual que las veces anteriores, se sintió maravillada y a la vez, asustada; porque sentía que se iba a perder en aquel lugar. Por suerte, el joven Sasaki la guiaba por el jardín sin demora hacia la parte trasera del lugar.
Allí pudo encontrar tres intentos de arma... gigantes. Eri se sorprendió, no dando crédito al tamaño de aquellas espadas. ¡Tendrían que pesar un montón!
«¿Cuánto le habrá llevado a Reiji crear semejante armatoste?»
—Guau... —dejó escapar su sorpresa, acercándose al metal. Palpándolo—. ¿Cuánto te lleva hacer algo así? —preguntó, no pudiendo contener su curiosidad.
Sentía algo de recelo manipular algo así y destrozarlo, pero tampoco quería defraudar a su amigo, así que comenzó a medir con sus dedos y hacer cuentas en su cabeza mientras su acompañante contestaba.
Allí pudo encontrar tres intentos de arma... gigantes. Eri se sorprendió, no dando crédito al tamaño de aquellas espadas. ¡Tendrían que pesar un montón!
«¿Cuánto le habrá llevado a Reiji crear semejante armatoste?»
—Guau... —dejó escapar su sorpresa, acercándose al metal. Palpándolo—. ¿Cuánto te lleva hacer algo así? —preguntó, no pudiendo contener su curiosidad.
Sentía algo de recelo manipular algo así y destrozarlo, pero tampoco quería defraudar a su amigo, así que comenzó a medir con sus dedos y hacer cuentas en su cabeza mientras su acompañante contestaba.