28/09/2021, 17:12
En un movimiento, Ranko saltó entre los árboles y se desprendió de sus zapatos. Enrolló la kusarigama en uno de sus brazos para poder hacer sellos mientras avanzaba. Cerró los ojos y dio un pisotón. Si no podía ver al ninja atacante, podría sentirlo.
—¡Shinkankaku!
Era la primera vez que usaba esa técnica en combate. Al chocar su pie con el suelo, sintió la vibración del suelo expandirse. Una senbon más se le clavó en el hombro, peligrosamente cerca del cuello [4PV]. Y los vio. Los árboles, los arbustos. Círculos grandes y pequeños en la oscuridad. Podía ver sus siluetas, sus bases. Corrió, evitando chocar con los árboles, y fue cuando sintió un par de manchas en su visión oscura. Un par de manchas que se movían.
"Ahí estás."
Ranko arremetió.
—¿Eh? No, espera, ¿cómo?
Los pies temblaron y comenzaron a retroceder, pero Ranko lanzó dos patadas en su dirección, disparando dos más de las esferas de piedra. Un par de quejidos confirmaron el golpe [40PV]. Ranko siguió avanzando hasta que pudo cerrar la distancia de un salto y pudo encajarle una patada en la espalda, una con más potencia que el resto, a la vez que rompía una esfera más sobre él. [40PV]. Hubo un grito más y las dos manchas de sus pies se transformaron en una mancha enorme con forma de cuerpo.
Ranko abrió los ojos y vio a un hombre delgaducho, de vestimenta con estilo similar a los otros, pero con ramas y hojas amarradas para camuflarse. Parecía estar totalmente noqueado, aunque respiraba con dificultad. Ranko le dio la vuelta y lo puso boca arriba. No estaba muerto, al menos.
—Lo siento. —Murmuró, antes de dar la vuelta y regresar. Mientras corría, dio una patada al suelo y dos esferas de piedra más se levantaron de la tierra, adhiriéndose a sus muslos. Justo después, una de las esferas que había invocado al inicio se deshizo, dejándole sólo con el último par.
El hombre del sasumata ya había lanzado su golpe, y fue gracias a esto que pudo bloquear la patada con su arma, sin embargo, la segunda patada fue muy rápida para él, y le hizo caer con el crujido de un hueso y un grito.
—Maldita ogro —espetó la mujer, la última que quedaba, juntando sus manos en el sello del tigre y terminando la técnica que preparaba desde antes mientras daba un salto hacia atrás —. Iba a tener cuidado de no quemar la mercancía, pero ya no me importa. ¡Katon: Karyū Endan!
La mujer lanzó un potente disparo de llamas que voló a toda velocidad hacia Lyndis, y pronto se dividiría en tres para cortarle paso por ambos lados [140PV]. La llamarada fue tal que Ranko pudo verla incluso estando entre los árboles. La de la trenza corrió a toda velocidad, un poco angustiada, intentando regresar a la batalla antes de que su amiga fuese calcinada.
—¡¡LYNDIS!!
—¡Shinkankaku!
Era la primera vez que usaba esa técnica en combate. Al chocar su pie con el suelo, sintió la vibración del suelo expandirse. Una senbon más se le clavó en el hombro, peligrosamente cerca del cuello [4PV]. Y los vio. Los árboles, los arbustos. Círculos grandes y pequeños en la oscuridad. Podía ver sus siluetas, sus bases. Corrió, evitando chocar con los árboles, y fue cuando sintió un par de manchas en su visión oscura. Un par de manchas que se movían.
"Ahí estás."
Ranko arremetió.
—¿Eh? No, espera, ¿cómo?
Los pies temblaron y comenzaron a retroceder, pero Ranko lanzó dos patadas en su dirección, disparando dos más de las esferas de piedra. Un par de quejidos confirmaron el golpe [40PV]. Ranko siguió avanzando hasta que pudo cerrar la distancia de un salto y pudo encajarle una patada en la espalda, una con más potencia que el resto, a la vez que rompía una esfera más sobre él. [40PV]. Hubo un grito más y las dos manchas de sus pies se transformaron en una mancha enorme con forma de cuerpo.
Ranko abrió los ojos y vio a un hombre delgaducho, de vestimenta con estilo similar a los otros, pero con ramas y hojas amarradas para camuflarse. Parecía estar totalmente noqueado, aunque respiraba con dificultad. Ranko le dio la vuelta y lo puso boca arriba. No estaba muerto, al menos.
—Lo siento. —Murmuró, antes de dar la vuelta y regresar. Mientras corría, dio una patada al suelo y dos esferas de piedra más se levantaron de la tierra, adhiriéndose a sus muslos. Justo después, una de las esferas que había invocado al inicio se deshizo, dejándole sólo con el último par.
El hombre del sasumata ya había lanzado su golpe, y fue gracias a esto que pudo bloquear la patada con su arma, sin embargo, la segunda patada fue muy rápida para él, y le hizo caer con el crujido de un hueso y un grito.
—Maldita ogro —espetó la mujer, la última que quedaba, juntando sus manos en el sello del tigre y terminando la técnica que preparaba desde antes mientras daba un salto hacia atrás —. Iba a tener cuidado de no quemar la mercancía, pero ya no me importa. ¡Katon: Karyū Endan!
La mujer lanzó un potente disparo de llamas que voló a toda velocidad hacia Lyndis, y pronto se dividiría en tres para cortarle paso por ambos lados [140PV]. La llamarada fue tal que Ranko pudo verla incluso estando entre los árboles. La de la trenza corrió a toda velocidad, un poco angustiada, intentando regresar a la batalla antes de que su amiga fuese calcinada.
—¡¡LYNDIS!!
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