29/09/2021, 15:10
Naturalmente, mi acto reconquistó la mirada de la gente. Me aplaudían, y yo sonreía. Miré entre la multitud e incluso la chica pelirrosa había vuelto a mirarme. Toma ésa, chico peliblanco interrumpe-actuaciones.
Pensé que debería de cerrar mi presentación, al fin y al cabo era una probadita solamente. Después de un salto, y varios giros sobre un pie, concluí con una reverencia, abriendo los brazos hacia los lados, y desactivé el resto de la ryōra kinshū, esparciendo a Suiken a mis costados y encima mío, como la cola de un magnífico pavo real metálico.
Mirando al suelo, escuché los sonidos de asombro de la gente. Qué preciosa música fue para mis oídos.
—Gracias. Gracias por brindarme su presencia. —dije educadamente, mientras me erguía y les regalaba más y más reverencias.
Debajo de Suiken, obviamente, portaba ropa. En este caso era una preciosa blusa azul sin mangas, con mi bandana de Kusagakure atada al vientre. Al haberme despojado de mi abrigo, las líneas blancas en el dorso de mis manos, y a lo largo de mis brazos se hicieron evidentes. No me molestaba, claro. Al contrario, la curiosidad de la gente por mi funcionamiento me daba cuerda. Por el momento la gente no hacía nada más que hablar de lo hermosa que había estado yo (o algo así, palabras de más, palabras de menos), y al menos se mantenía con suficiente espacio.
Me pregunté qué pensaría el peliblanco. Posiblemente quisiera disculparse por interrumpir la experiencia de la pelirrosa. Me bajé de un salto, sacudí inexistente polvo de mi ropa, y alcé mis manos levemente, concentrando chakra para reformar a Suiken en un abrigo similar al que llevaba antes.
Ah. Sin darme cuenta había estado mirando fijamente al tipo de cabellos blancos. Rayos.
Pensé que debería de cerrar mi presentación, al fin y al cabo era una probadita solamente. Después de un salto, y varios giros sobre un pie, concluí con una reverencia, abriendo los brazos hacia los lados, y desactivé el resto de la ryōra kinshū, esparciendo a Suiken a mis costados y encima mío, como la cola de un magnífico pavo real metálico.
Mirando al suelo, escuché los sonidos de asombro de la gente. Qué preciosa música fue para mis oídos.
—Gracias. Gracias por brindarme su presencia. —dije educadamente, mientras me erguía y les regalaba más y más reverencias.
Debajo de Suiken, obviamente, portaba ropa. En este caso era una preciosa blusa azul sin mangas, con mi bandana de Kusagakure atada al vientre. Al haberme despojado de mi abrigo, las líneas blancas en el dorso de mis manos, y a lo largo de mis brazos se hicieron evidentes. No me molestaba, claro. Al contrario, la curiosidad de la gente por mi funcionamiento me daba cuerda. Por el momento la gente no hacía nada más que hablar de lo hermosa que había estado yo (o algo así, palabras de más, palabras de menos), y al menos se mantenía con suficiente espacio.
Me pregunté qué pensaría el peliblanco. Posiblemente quisiera disculparse por interrumpir la experiencia de la pelirrosa. Me bajé de un salto, sacudí inexistente polvo de mi ropa, y alcé mis manos levemente, concentrando chakra para reformar a Suiken en un abrigo similar al que llevaba antes.
Ah. Sin darme cuenta había estado mirando fijamente al tipo de cabellos blancos. Rayos.
Diálogo (Darkorchid)