5/10/2021, 15:08
— ¡Intentémoslo de nuevo!
—¿Qué carajo? ¡¿Dónde está el truco?! Déjame ver dentro de esas cosas.
El mago enseñó ambas palmas al ver cómo reaccionaban las kunoichi a su poder ilimitado.
— Por favor, chicas, de una en una, hay magia para ambas. — cogió el cubilete que había señalado Jun y se lo pasó para que lo viese. — Aquí tiene, señorita.
El cubilete no tenía mucho misterio. Estaba acolchado por dentro y era negro en su totalidad, era mucho más ancho y profundo de lo que se necesitaba para ocultar la piedrecita, pero eso sería parte del espectaculo. De hecho, sería triste que lo hiciese con vasitos diminutos.
— Si le parece bien, procederé a repetir el truco de magia. — una vez Jun hubiese inspeccionado el cubilete, si se lo devolvía, el mago repetiría el truco.
Escondió la piedra con el cubilete y procedió a moverlos. Esta vez, parecía que más lento, como dandole a las kunoichi una pequeña ventaja para ver si así eran capaces de seguirle. La sonrisa no se le iba de los labios al mago.
Se detuvo apenas treinta segundos después. Ambas sabían que la piedra estaba en el de la derecha. Otra vez. Sin duda, se jactaba de ellas.
— ¿Y bien? — preguntó soltando los cubiletes, dando por acabado el truco.
—¿Qué carajo? ¡¿Dónde está el truco?! Déjame ver dentro de esas cosas.
El mago enseñó ambas palmas al ver cómo reaccionaban las kunoichi a su poder ilimitado.
— Por favor, chicas, de una en una, hay magia para ambas. — cogió el cubilete que había señalado Jun y se lo pasó para que lo viese. — Aquí tiene, señorita.
El cubilete no tenía mucho misterio. Estaba acolchado por dentro y era negro en su totalidad, era mucho más ancho y profundo de lo que se necesitaba para ocultar la piedrecita, pero eso sería parte del espectaculo. De hecho, sería triste que lo hiciese con vasitos diminutos.
— Si le parece bien, procederé a repetir el truco de magia. — una vez Jun hubiese inspeccionado el cubilete, si se lo devolvía, el mago repetiría el truco.
Escondió la piedra con el cubilete y procedió a moverlos. Esta vez, parecía que más lento, como dandole a las kunoichi una pequeña ventaja para ver si así eran capaces de seguirle. La sonrisa no se le iba de los labios al mago.
Se detuvo apenas treinta segundos después. Ambas sabían que la piedra estaba en el de la derecha. Otra vez. Sin duda, se jactaba de ellas.
— ¿Y bien? — preguntó soltando los cubiletes, dando por acabado el truco.